El soul llora por uno de sus mayores mitos. Su diva insuperable. El alma de la música se rompió ayer con la muerte de Aretha Franklin, la reina del soul que cuarenta años antes del #meToo alzó su voz genuina e imponente para reclamar Respect y que se ganó a pulso firme y vibrante ocupar un lugar de honor entre las voces más fascinantes, arrolladoras y populares del siglo XX. Su voz nunca se apagará, pero su vida lo hizo ayer a los 76 años en su casa de Detroit (EEUU). La cantante de clásicos como Think o Chain of Fools abandonó el escenario para siempre rodeada por sus seres queridos. Lo hizo tras pasar varios días en cuidados paliativos por el cáncer de páncreas que sufría.

Ni la artista ni su círculo cercano habían confirmado hasta ahora los rumores insistentes de que Franklin, que dejó los escenarios en 2017, padecía la enfermedad. "En uno de los momentos más oscuros de nuestras vidas, no somos capaces de encontrar las palabras apropiadas para expresar el dolor de nuestro corazón", dijo su familia en un comunicado. "Hemos perdido a la matriarca y roca de nuestra familia. El amor que tuvo por sus hijos, nietos, sobrino y primos no encontró límites", añadieron sus parientes, que no detallaron cuándo y dónde se celebrará el funeral.

Icono incomparable del soul más apasionado, referencia ineludible para las solistas en EEUU y emblema de las reivindicaciones feministas y raciales, el fallecimiento de Franklin fue recibido con gran tristeza por celebridades y personalidades de todo tipo. Incluidos los políticos. El presidente del país, Donald Trump, abandonó su tono bronco y le rindió homenaje en Twitter: "Ella era una gran mujer, con un maravilloso regalo de Dios, su voz. ¡La echaremos de menos!".

El expresidente Barack Obama y su mujer Michelle, que en varias ocasiones mostraron su amor por Franklin, aseguraron que su don de la música "permanecerá siempre para inspirar a todos". Colegas como Paul McCartney, Diana Ross, Elton John, Barbra Streisand, Christina Aguilera o Carole King lloraron en las redes la pérdida.

Ganadora de dieciocho premios Grammy, con una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood desde 1979 y con el logro de haber sido la primera mujer admitida en el Salón de la Fama del Rock and Roll, la muerte de Franklin supone la desaparición de un mito del soul a la altura, sino por encima, de otros genios como Sam Cooke, Otis Redding o James Brown.

Nacida en Memphis en 1942, la cantante se crió en Detroit bajo la religiosa mirada de su padre, C.L. Franklin, un conocido reverendo. Aretha Franklin fue una de las figuras clave en el éxito del soul en los años sesenta, un género que supo reciclar la ardiente pasión y la fogosa intensidad del góspel de las iglesias afroamericanas para llevarlas a las calles y adaptarlas a temas profanos y reivindicaciones sociales.

Con el movimiento por los derechos civiles como telón de fondo, la vocalista, que había pasado sin mayor gloria por la discográfica Columbia Records, encontró en Atlantic Records y en la engrasada banda de los estudios FAME los ingredientes ideales para aderezar su poderosa y expresiva voz.

Su versión feminista de Respect de Otis Redding fue probablemente la cúspide de una carrera en la que grabó otros temas imperecederos como ( You make me feel like) A natural woman, I say a little prayer, Chain of fools, Think, I never loved a man the way I love you, Spanish Harlem o Day dreaming. La canción Respect fue número uno de los sencillos más escuchados en 1967 y allí se quedó durante semanas. La exitosa canción de Franklin fue adoptada como el himno de los movimientos por los derechos civiles y la igualdad de las mujeres: "Todo lo que pido / es un poco de respeto cuando llegas a casa (sólo un poquito)".

Capaz de navegar sobre las aguas de otros estilos como el jazz, el R&B e incluso la ópera (todavía se recuerda su interpretación del aria Nessun dorma de Turandot en los Grammy de 1998), el genio de Franklin también llegó al cine con una memorable interpretación de Think en The Blues Brothers (1980). El reinado de la cantante inspiró a una gran lista de artistas que bebieron de su obra y legado, como Whitney Houston, Mariah Carey o Beyoncé, quizá la diva llamada en el siglo XXI a recoger, por el impacto artístico y social de su música, la preciada corona de la cantante Aretha Franklin. Aretha marcó la senda a las más importantes voces femeninas del género. La suya ya es inmortal.