-Los datos de primovacunación son elevados...

-Creo que hay que leer los datos al revés y huir de la autocomplacencia. Las coberturas son muy buenas, pero hay que pensar en el porcentaje que deja de vacunarse. Si hay un 98% de niños vacunados, eso quiere decir que cada año un 2% no se vacuna y va sumando una bolsa de niños que dejan de vacunarse. Hay que hacer un análisis real de las motivaciones, no asumir que toda la gente que no se vacuna es antivacunas porque no es así, y hay que analizarlo antes de que se convierta en un problema real. Esos pequeños márgenes son particularmente graves en enfermedades cuyo índice de transmisión es elevado como el sarampión.

-Los porcentajes bajan en la segunda dosis o las de recuerdo...

-Es multifactorial. No quiere decir que se conviertan en antivacunas; puede ser dejadez, relajación...

-¿Sería una solución recordar las citas con un sistema de aviso?

-Si tras una auditoría mirando la parte menos buena de los números la lectura es por despiste o dejadez con la edad se pueden tomar medidas de ese tipo. Si se trata de antivacunas habrá que ver qué medidas se toman de educación, información e incentivación.

-¿Una dosis sola protege?

-Depende de la vacuna y la enfermedad. Cuando se vacuna globalmente a la población se establece un calendario óptimo: con menos dosis se logra el mayor efecto posible de una forma más eficiente. En el sarampión dos dosis son suficientes. ¿Una no funciona? Sí, pero protege al 95% de los que se vacunan y se pone una segunda para proteger a quien se queda fuera. Lo recomendable es ponerse las dosis que aconseja el calendario.