"Mi madre hizo eso porque estaba en un hoyo" comenta el joven Adriá a la cámara del documental Supervivientes. Las cicatrices del suicidio, un riguroso trabajo de los realizadores Itziar Bernaola y Pablo Ferrán que retrata el mundo en el que habitan los familiares de cinco personas que se quitaron la vida. Adriá se refiere también a "eso", el suicidio de su madre, como "un secreto que no te hace falta que sepa nadie". Este joven es una de las víctimas de este alarmante problema de salud pública. Un "superviviente", que es como se llaman a sí mismos los familiares de los suicidas. "Nosotros ya no vivimos, sobrevivimos", señalan. Durante siglos han permanecido ocultos, silenciados por el estigma social que rodea al suicidio. Pero de un tiempo a esta parte han empezado a agruparse para hacer oír su voz.

La primera asociación de supervivientes del suicidio, Després del Suïcidi, echó a andar en 2013 en Barcelona de la mano de la psicóloga Cecilia Borrás, quien perdió a su hijo Miquel con tan sólo 19 años. Cuatro años antes, había empezado a funcionar en Madrid la Red Aipis (Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio), creada por Javier Jiménez, para desarrollar actividades de prevención supliendo la carencia de programas oficiales. Cecilia y Javier han sido la tabla de salvación, algo así como dos ángeles de la guarda, para cientos de personas que no tienen otro sitio al que recurrir cuando un familiar se quita la vida o lo intenta. Siguiendo su ejemplo, los supervivientes de Huelva o el País Vasco también se han agrupado. Defienden que una parte importante de los suicidios se podría evitar, pero que es fundamental visibilizar el problema, que las autoridades elaboren planes de prevención y que se apliquen porque "apenas se cumplen".

El padre de Juan Carlos Pérez también se quitó la vida inesperadamente en 1992, cuando él tenía 27 años. "Mi madre quedó muy tocada y yo, que era el mayor de siete hermanos, me encargué de los más pequeños. Esa fue mi manera de procesar el duelo, cada hermano tuvo la suya. Unos lo vivieron con más rabia, otros quedándose como en las nubes, fuera de juego.... Pero, lo cierto es que en la familia se mantuvo en silencio durante demasiado tiempo. Pasaban los años y estábamos, no como el primer día (el dolor se había transformado), pero seguíamos sin hablarlo. Nos paralizaba". Juan Carlos decidió investigar y publicó el libro La mirada del suicida. El enigma y el estigma. Es otro de los coprotagonistas de Supervivientes. Las cicatrices del suicidio. Lo tiene muy claro: "Es preciso hablar más" de este drama.