Todos son días del alzhéimer como saben quienes tienen a su cargo a algún enfermo con esta patología. Son los cuidadores los que se encargan, fundamentalmente, de un tema tan complicado y merecen nuestro apoyo.

Resulta difícil y doloroso hablar de una enfermedad cuyo diagnóstico provoca, tanto al paciente como a quienes le rodean, un completo vuelco vital. Además de un serio problema personal y humano, tiene una enorme repercusión social, pues se calcula que el número de enfermos puede verse duplicado en los próximos veinte años.

Aunque la edad media de aparición se sitúa en torno a los 73 años, lo cierto es que, gracias a la innovación de los métodos diagnósticos, se han detectado casos en menores de 40 años, lo que contribuye a agravar el problema.

Se define como una enfermedad neurodegenerativa, una demencia de carácter progresivo cuyo síntoma inicial más característico es la pérdida de memoria. El proceso bioquímico a nivel cerebral se centra en la ruptura de una proteína cuyos fragmentos se apelotonan formando grumos que se adhieren a las neuronas y bloquean las sinapsis entre ellas provocando su muerte. A medida que la enfermedad progresa, esta muerte neuronal se extiende a otras funciones vitales hasta reducir toda actividad cerebral. Sus causas exactas todavía se desconocen, pero se relacionan con la edad, la genética (se han descubierto hasta tres genes implicados en la modificación de la proteína que la provoca) y factores externos como una dieta inadecuada, la falta de actividad -mental y física- o los traumatismos craneales graves.

Los síntomas incluyen: pérdida de memoria, desorientación tempo-espacial, problemas de expresión oral y toma de decisiones, dificultades para realizar tareas sencillas habituales, cambios de humor y personalidad, pérdida de interés por las cosas que antes sí le interesaban, etc.

Las etapas evolutivas de la enfermedad varían según los autores, siendo cuatro la media más aceptada:

-En la primera, el enfermo tiene afectada su memoria.

-En la segunda comienzan a olvidar incluso los nombres de familiares o amigos y no encuentran la palabra adecuada. Pueden incluso olvidarse del camino a casa.

-En la tercera necesitan ayuda para tareas sencillas como su propia higiene, perdiendo parte de su independencia. Su memoria falla continuamente y se reducen sus posibilidades de comunicación.

-En una cuarta etapa no se reconocen ni a sí mismos. Sufren una regresión volviendo a la infancia. Su capacidad de comunicación oral prácticamente desaparece y también se presentan problemas psiquiátricos como alucinaciones y delirios.

A nivel preventivo se recomienda: practicar ejercicio, mantener la mente activa, evitar la obesidad y la hipertensión, seguir una dieta baja en calorías y rica en verduras y frutas y realizar terapias de estimulación a nivel cognitivo.

Para erradicar esta enfermedad se siguen varias vías: búsqueda de técnicas de diagnóstico precoz que reduzcan el número de neuronas destruidas en el proceso, aumento y mejora de medidas sociales que induzcan una mayor calidad de vida a enfermos y cuidadores, investigación farmacológica dirigida a sintetizar medicamentos efectivos, etc. En la actualidad se utilizan fármacos que estabilizan los síntomas en fases iniciales o intermedias de la enfermedad durante un tiempo, mejorando su calidad de vida pero sin eliminar completamente la degeneración a nivel cerebral.

El tratamiento debe ser pautado por el especialista y nunca se realizarán cambios salvo que él los prescriba. Esta medicación presenta efectos secundarios e interacciones que sólo él es capaz de discernir. Ante cualquier duda, es imprescindible comunicarlo y variar la posología según sus directrices.

Se están desarrollando nuevas terapias y sistemas de detección de la enfermedad en las primeras fases -incluso antes de la aparición de los síntomas- que permitirían conseguir fármacos indicados para el tratamiento específico previo a la muerte neuronal que frenen la progresión del alzhéimer.

La persona que se hace cargo del paciente y adquiere una responsabilidad enorme y difícil de compartir es fundamental para todos. Necesita apoyo y recursos así como atención sociosanitaria también para sí mismo. Los centros de día terapéuticos son una buena alternativa, pues permiten aplicar terapias especiales -como los programas de psicoestimulación- que hacen que el paciente mantenga su autonomía durante el mayor tiempo posible. Colaboremos en todas las campañas que realicen las asociaciones porque nuestra ayuda es fundamental para mejorar en lo posible las condiciones de vida no solo de los enfermos, sino también de sus cuidadores, que lo merecen.