El Seminario Mayor Compostelano es el que cuenta este curso con más alumnos de toda Galicia. Una veintena de seminaristas se forman para ser sacerdotes. Su rector, Carlos Álvarez, recuerda lo que hay que tener claro en esta profesión: "Hay que tener un sentimiento espiritual y religioso, pero también de servir a los demás. Uno no se hace cura para uno mismo sino por los demás".

- Ha cambiado el perfil de quien decide ser sacerdote...

-Sí, tenemos alumnos de 18 a 44 años. Algunos vienen tras hacer selectividad pero otros ya han hecho otra carrera, han trabajado durante años o incluso han tenido pareja. Es muy enriquecedor. La experiencia del trabajo o de la pareja te da otra perspectiva de la vida.

- Las vocaciones han descendido en los últimos años. En los 90 se llegaba a superar el medio centenar de seminaristas. ¿Por qué?

-Hay una realidad social diferente a la de hace décadas, no digo que mejor o peor, pero sí diferente que condiciona las decisiones que uno se plantea. Pero hay muchos factores que condicionan: el entorno de uno, la familia que es fundamental en el desarrollo o madurez de la persona... También es cierto que al ser menos alumnos hay la ventaja de que la formación es mucho más personalizada.

- ¿La formación de los futuros sacerdotes también ha tenido que adaptarse a los nuevos tiempos?

-Sí, por ejemplo está el tema de las nuevas tecnologías que son una ayuda muy grande ya no solo a la hora de obtener información sino una gran oportunidad en el tema pastoral. A través de WhatsApp, de Instagram se puede dar información a la parroquia, avisar de una reunión, etc. Además también está la formación intelectual, un grado en Teología y Filosofía que también ha cambiado con el paso de los años porque hay que responder a las necesidades del mundo actual.

- ¿Tener que vivir en el seminario forma parte del aprendizaje de estos alumnos?

-No se trata de vivir en el seminario porque sí. El sacerdocio tiene una dimensión comunitaria y los alumnos tienen unas necesidades, unas dudas... solo podemos ayudarles si estás con ellos y les dedicas tiempo.

- ¿Perviven falsos mitos sobre lo que supone formarse en un seminario?

-Sí, hay una idea errónea. Son como otros chicos de hoy en día y no viven encerrados. No es lo mismo estar en un monasterio, dedicarse a la vida contemplativa, que quienes se están formando para después salir, ejercer en la vida. Hay que formar sobre todo en la responsabilidad, en la estructura de la persona y además la vida religiosa es una decisión que se toma para toda la vida y ayuda formarse en un ambiente de apoyo.

- ¿Qué requisitos hay que cumplir para entrar en el seminario?

-Lo ideal es que hayan hecho hasta selectividad porque impartimos una formación equivalente a la universidad. Tienen que haber hecho Bachillerato o un grado de Formación Profesional. Además hay que tener un sentimiento religioso, espiritual y de servir a los demás. Uno no se hace cura para uno mismo sino para los demás.

- ¿Qué consejo daría a quien dude si meterse o no en el seminario?

-Lo más importante es conocer lo que hacemos. Por eso durante el curso tenemos lo que llamamos días de retiro o encuentros vocacionales, donde quien esté interesado puede ver cómo es la vida en el seminario o resolver dudas y en donde les orientamos. Además cuando ya toman la decisión, la Santa Sede ha instaurado lo que se llama un curso propedéutico para que implanten los seminarios y que busca facilitarles el aterrizaje, la llegada al seminario. Ese curso sirve para que se centren, se sitúen, valoren porqué han venido y vean si eran unas motivaciones reales o solo eran pensamientos.