Afortunadamente hemos tomado conciencia de la importancia de cuidar nuestra dentadura de la manera más adecuada en las diferentes etapas de la vida. Las necesidades son diferentes, pero existen coincidencias notables que deben ser tenidas en cuenta. Acudir al especialista es imprescindible para detectar cualquier problema incipiente o resolver los que se hayan podido presentar. No debemos asustarnos por el diagnóstico, ya que existen infinidad de soluciones que el dentista conoce y puede aplicar.

Los expertos señalan que los problemas más frecuentes a nivel de la boca son:

-Caries, en la que se destruye el diente y debe ser limpiado, saneado y empastado por el dentista. En su aparición hay varios factores que inciden: los azúcares que ingerimos, las bacterias que se depositan y la predisposición personal. Los dos primeros son evitables y fáciles de controlar; no comas alimentos azucarados y límpiate bien los dientes.

-La periodontitis, que es una inflamación inicialmente en las encías y, que si no se trata adecuadamente, acaba destruyendo el hueso y el tejido que mantiene a los dientes en su lugar, provocando su caída. Tiene solución si se ataja en estadíos iniciales realizando una limpieza adecuada y utilizando los productos que el dentista te aconseje.

-Sensibilidad dental, podríamos definirla como "las molestias y el dolor que aparecen en los dientes al beber líquidos a temperaturas frías o calientes, al comer ciertos alimentos, al tocar ciertas superficies de los dientes, etc.". Se produce por la exposición gradual de la parte más blanda del diente (dentina) debido al ataque de ciertos elementos que van degradando el esmalte que la protege y evita su contacto con el exterior.

-Gingivitis. Cuando el tejido de las encías se inflama y debilita por la gingivitis, pueden presentarse la sensibilidad dental y el dolor.

-Bruxismo. El roce continuo de los dientes cuando el enfermo aprieta la mandíbula puede causar el desgaste del esmalte quedando la dentina expuesta y causando dolor.

-Mala higiene de la boca. Cepillarse con mucha intensidad o no realizar bien la limpieza de la zona provoca la aparición de caries y la enfermedad de las encías, que se retraen dejando al descubierto los nervios del diente. Cuando a ellos llega un estímulo se genera dolor. La mejor manera de evitarlo es cepillarse sin forzar en exceso para evitar dañar la encía tras cada comida un mínimo de 2 minutos, pasar el hilo dental y los cepillos interdentales para eliminar los restos incrustados y usar un colutorio adecuado.

-Mal aliento. El olor desagradable del aliento (halitosis) se relaciona, normalmente, con la mala higiene de los dientes y boca, la presencia de caries dentales o la existencia de una enfermedad periodontal. Acude al médico. Cuando la halitosis se debe a problemas a nivel de la boca, el papel del dentista es fundamental. Su diagnóstico permite excluir otro tipo de problemas (por ejemplo digestivos) que cursan con este síntoma. Realizar una limpieza en su consulta de manera periódica es imprescindible para eliminar el sarro acumulado, mantener tus dientes en las mejores condiciones y evitar el mal aliento. Vigila especialmente a los niños pequeños. Si su aliento huele mal puede deberse a la existencia de una infección respiratoria que debe ser valorada y tratada por el pediatra. Además, adquirir buenos hábitos dentales es muy importante porque los conservará toda su vida y le evitará el padecimiento de problemas serios en el futuro.

La mejor opción para evitar la aparición de estos problemas pasa por la prevención. Se recomienda un cepillado adecuado con la frecuencia indicada (tres veces al día durante dos minutos), utilizando un cepillo suave, pastas de dientes remineralizantes (que endurecen el esmalte) o desensibilizantes específicos (si ya se padece la sensibilidad dental, pues minimizan los síntomas), limpiar con seda dental, utilizar un rascador de lengua y aplicar colutorios con flúor. Evitar el consumo de alimentos ácidos y lavar inmediatamente los dientes tras la ingesta. Consumir chicles específicos cuando no es posible lavarse los dientes tras la comida. Reducir el rechinar y el apretar de dientes usando una férula bien ajustada por el dentista. No utilizar palillos para limpiar los dientes ni cortar con ellos ningún objeto que pueda dañarlos (hilo, celofán, etc.).

Acude a las revisiones pautadas por tu dentista y sigue sus recomendaciones.