Una marea rosa saldrá hoy a las calles a visibilizar el cáncer de mama. Los lazos de dicho color se han convertido en todo un símbolo de la lucha contra esta patología, la segunda en incidencia en mujeres en España. Pero, a medida que crece la "cultura rosa", también lo hacen las voces que recuerdan la dureza de una enfermedad mortal, que obliga a quimioterapia y, en muchos casos, a mastectomías. "Me molesta esa visión angelical [...] el cáncer de mama es cirugía con cicatrices, quimioterapia, tratamiento duro, difícil, tanto física como emocionalmente, es radioterapia con quemaduras, es? es el miedo constante a perder una parte importante de una misma, a perder tu vida, a marchar, a faltarle a tus seres queridos?", resume una afectada, Anne Claire S.

El Día Mundial del Cáncer de Mama es un día planificado para el optimismo y dar ánimos. La Sociedad Española de Oncología Médica ha elegido un mensaje esperanzador: "Un 90% de las mujeres con cáncer de mama están libres a los cinco años". Es cierto. Pero también lo es, según apuntan oncólogos, que cada año en España por cada cuatro nuevos diagnósticos de cáncer de mama hay una fallecida. Una estadística del INE, desde 1980 hasta nuestro días, mes a mes, apunta que la mortalidad por cáncer de mama ha ido aumentando a lo largo del tiempo de forma inexorable, reconoce la oncóloga gallega Isabel Lorenzo. Además, advierte: "Los mensajes en exceso positivos y triunfalistas solo aumentan la confusión de las pacientes que van mal". "Cuando reaparece el cáncer, en el 90% de los casos lo hace como enfermedad metastásica en otros órganos, y a partir de ese momento, la enfermedad es incurable", señala.

A lo largo del 2018, se han diagnosticado 32.825 nuevos casos de cáncer de mama, que ocupa el segundo lugar en incidencia en España. Actualmente, este tipo de cáncer tiene una tasa de supervivencia a 5 años superior al 90%.

Por otra parte, la cultura rosa no tiene en cuenta en qué medida las mujeres están en posición de atender sus necesidades socioeconómicas y si cuenta con los medios para recuperarse y reinsertarse sin estigma en la sociedad, tal y como critica la activista gallega Beatriz Figueroa que, a sus 53 años, se ha visto obligada a volver a trabajar. También Susana G, casada y con hijo, explica cómo tuvo que reinventarse tras el tumor y cómo con 48 y sin trabajo lucha por sacar adelante a su familia.