El ictus golpea de forma súbita, sin avisar. Cada año, 6.000 gallegos sufren este accidente cerebrovascular, de los que más de la mitad sufre secuelas discapacitantes. De hecho, el ictus es la causa de casi el 80% de los casos de daño cerebral adquirido (DCA),daño cerebral adquirido (DCA) que afecta a unos 35.000 gallegos. Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se conmemoró ayer, la Federación Gallega de Daño Cerebral (Fegadace) dio a conocer los resultados de un estudio sobre los recursos de atención a esa dolencia, realizado en colaboración con la Sociedad Gallega de Neurología (SGN), que revela la ausencia de coordinación entre los servicios sanitarios y sociales en la atención del DCA.

El estudio se realizó en el ámbito hospitalario y siete especialistas de la SGN realizaron el trabajo de campo a través del reparto de encuestas en los hospitales de A Coruña, Ferrol Santiago, Lugo, Ourense, Pontevedra y Vigo a más de 300 pacientes en dos momentos: al ser dados de alta tras sufrir un ictus y entre seis y ocho meses después. Una de las conclusiones es el elevado grado de satisfacción de estos pacientes con la estadía hospitalaria -un 90%-. Asimismo, el 91,97% de las personas encuestadas fue atendido antes de que pasaran nueve horas del ictus, límite máximo de tiempo recomendado para tratarlo con éxito. Además, casi la mitad de estos pacientes fueron atendidos en menos de una hora y algo más del 30% recibieron atención entre una y tres horas después del ictus.

El problema viene después. El 78% de las personas consultadas manifiestan que el desconocimiento o la falta de información fue el principal obstáculo con el que se encontraron para acceder a los medios necesarios para su proceso de rehabilitación tras ser dadas de alta. El 31% señala también la dificultad de los trámites burocráticos y un 13% alega barreras económicas, constatando la falta de coordinación entre los servicios sanitarios y los de ámbito social en la atención al paciente tras sufrir el daño cerebral, una carencia que la Fegadace lleva denunciando desde su fundación, hace diez años.

Más del 85% de las personas que han sufrido un ictus aseguran, además, que no recibieron información alguna sobre los servicios de Trabajo Social -asociaciones, centros de día, servicios de atención personal, trámites de acceso a prestaciones, productos de apoyo y transporte adaptado, entre otros- de su ayuntamiento. "Esto confirma la falta de disponibilidad de información en los hospitales sobre las necesidades sociales, así como una carencia de concienciación sobre la atención integral, que va más allá de la física y clínica", explican desde la Fegadace.

Para esta organización, las principales conclusiones de este estudio verifican "buena parte de las denuncias y demandas del movimiento asociativo del DCA. "La investigación confirma la desorientación y falta de información que sufren los pacientes y sus familias con respecto a su dolencia, consecuencias y perspectivas de recuperación, y que la extensión al ámbito social, más allá del clínico, sigue siendo una materia pendiente", alega.

La Fegadace sostiene esta afirmación en que la "escasa rehabilitación" que se proporciona a través del sistema público se centra en el aspecto físico y obvia los ámbitos cognitivo, psicológico y emocional, fundamentales, recuerda, para la recuperación del DCA, según se reconoce en el "Modelo de atención a las personas con daño cerebral adquirido" del Ministerio de Sanidad.

Según el estudio, financiado por la Fundación Barrié y la Fundación Roviralta, durante la hospitalización, el 24% de los pacientes encuestados se benefició del servicio de fisioterapia, mientras que solo un 7,5% recibió logopedia, un 9% neuropsicología y un 0,75% terapia ocupacional. Asimismo, en el momento del alta, al 45% de los pacientes no se les recomendó ningún tipo de rehabilitación y de las personas a las que sí les fue recomendada, casi el 40% recibió fisioterapia, mientras que el 18,55% recibió logopedia, el 4% neuropsicología, el 3,63% terapia ocupacional y algo más de un 5% otros servicios.

La Fegadace denuncia, también, que la rehabilitación es tardía y la falta de profesionales multidisciplinares. Según el estudio, un 70% de los pacientes tuvieron que esperar un mes desde el momento de sufrir el ictus hasta asistir a rehabilitación, cuando lo recomendable es que su inicio sea inmediato. Apenas un 14% comenzó a recibir rehabilitación en menos de una semana tras el accidente.

La investigación destaca, además, que más del 12% de los pacientes que precisaban tratamientos de neurorrehabilitación no los recibieron, así como el 11,5% de quienes necesitaban intervención psicológica, el 11% de los que precisaban logopedia y el 13,5% de quienes necesitaban terapia ocupacional. "Se verifica, una vez más, la urgente necesidad de contratación de más profesionales de las referidas áreas, de manera que se garantice la rehabilitación multidisciplinar, que atiende a la persona desde una perspectiva integral", reivindica la federación.

Un tercio de las personas afectadas por un ictus en España tiene menos de 65 años, es decir, aún está en edad laboral y, además, ésta es una enfermedad que le "puede pasar a cualquiera" aunque la mayoría de la población española "conoce poco o nada de ella". Durante la jornada Ictus: una enfermedad cerebrovascular, celebrada en la Fundación Mapfre e impulsada por la Sociedad Española de Neurología (SEN) y la Asociación Freno al Ictus, los expertos pusieron de manifiesto estas cifras y han hecho hincapié en la necesidad de actuar rápido ante las primeras señales. Pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo; trastorno repentino de la sensibilidad, sensación de "acorchamiento u hormigueo" de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo; pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos, son algunos de esos primeros síntomas.

"Es una enfermedad 'tiempo dependiente', si en muy pocas horas no recibes atención en un hospital adecuado tus esperanzas de supervivencia o de incorporación a tu vida social disminuyen drásticamente; y de la cadena prevención, detección y actuación, el primero es el eslabón más débil, la gente no actúa", explicó el presidente de Freno al Ictus, Julio Agredano, durante la jornada.