Dos cortometristas gallegos, Álvaro Gago y Khris Cembe, se encuentran ya en la posición de salida de la carrera a los premios Goya. Sus cortometrajes, Matria y Soy una tumba, respectivamente, han sido preseleccionados para competir en la 33ª edición de los premios de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, junto con otras 30 cintas. El primero opta al premio al mejor cortometraje de ficción, en el que compiten otras trece cintas, y el segundo aspira a hacerse con el Goya al mejor cortometraje de animación, al que optan otros nueve proyectos. Tanto Álvaro Gago como Khris Cembe reconocen que se inicia ahora una dura carrera para que sus respectivos cortos pasen la primera criba de los académicos y sean nominados a los premios Goya, una carrera que viven con ilusión, pero también "con los pies en el suelo", aseguran.

Khris Cembe, director de animación 2D, productor y cortometrajista, ya ha saboreado las mieles del Goya, ya que participó como responsable de la animación en los cortometrajes del coruñés Alberto Vázquez Birdboy (2011) y Decorado (2016) y en el largometraje Psiconautas, los niños olvidados (2015), todos ellos premiados con el GoyaBirdboyDecoradoPsiconautas, los niños olvidados. Y como director, tampoco es su primera vez, ya que su primer proyecto propio, Viaje a pies, fue preseleccionado para los galardones de la edición de 2016.

"Estoy contento porque solo el estar preseleccionado te da oxígeno, pero soy consciente de que es muy complicado que el cortometraje llegue a los casi 1.400 académicos para que lo voten", asegura Cembe.

"Como de costumbre, un niño observa escondido a su padre descargar tabaco de contrabando en mitad de la noche. Pero esta noche no hay tabaco", dice la sinopsis de Soy una tumba, que Cembe define como un " thriller rural", ambientado en Cangas y Vigo.

Según Cembe, se trata de una historia que tiene mucho que ver con el miedo a hacerse adulto y que desmitifica la infancia como una etapa idílica. "Se suele tratar la infancia como algo bello. Este corto habla de la soledad, del dolor del niño y de como muchas veces le cuesta comunicarse con los adultos. El protagonista intenta romper esa barrera de incomunicación", explica.

Con las voces de Miguel de Lira y Federico Rey, y rodado en gallego, Soy una tumba Soy una tumbaes el resultado de un "sueño macabro" que tuvo Cembe y que no puede desvelar porque forma parte del final de esta historia de 12 minutos, que obtuvo el Premio Proyecto Corto Movistar+.

"La primera parte del corto es costumbrista y muestra los sentimientos arraigados. La segunda es onírica, y fusiona la realidad con los sentimientos del niño", explica Cembe.

Para el director gallego, el cortometraje no está lo suficientemente valorado desde el momento en que se le considera la antesala del largometraje. "Es cierto que muchos profesionales ruedan un largo después de hacer cortos. Pero los cortometristas también hacemos cine, aunque sea de corta duración", afirma este gallego.

La preselección a los Goya es para Matria,Matria de Álvaro Gago, otro logro a añadir al extenso palmarés de este corto rodado en Arousa, que obtuvo el gran premio del jurado en la categoría de cortometrajes en la última edición del festival de Sundance, la meca del cine independiente. "La preselección es una alegría que comparto con todo el equipo y para el corto es una oportunidad más para que se visibilice, pero no algo que me obsesione. Estoy muy contento con la acogida que ha tenido el corto y creo, además, en que si persistes, acabas consiguiendo lo que quieres", afirma Gago, que ayer partía hacia Londres para realizar un nuevo curso cinematográfico -se formó en la capital del Reino Unido y en Chicago, donde después trabajó como montador de ficción y documental-.

La de Matria es una historia cercana e íntima, la de Francisca, la actriz protagonista de este corto, una mujer con un empleo precario y poca comunicación con su marido, que se refugia en la relación que le une a su hija y a su nieta. Gago conoció a Francisca -Ramona, en la pantalla- porque durante muchos años fue la cuidadora de su abuelo. A medida que el director gallego iba descubriendo mejor su historia, más interés despertaba en él, hasta que ese interés se convirtió en una necesidad de contar su historia. "Ramona es una figura muy icónica, que tiene escrita su vida en la piel", asegura.

Pero los 21 minutos de metraje de Matria tienen también un importante transfondo de crítica social. La cinta denuncia los salarios precarios y la desigualdad de género, al tiempo que arroja un poco de luz sobre el falso mito del matriarcado gallego. "Rodando el corto me di cuenta de que se confunde matriarcado con desigualdad. Las mujeres gallegas trabajan de sol a sol y llevan el peso de la familia, pero esto no las empodera. Siguen sin poder tomar decisiones ni gestionar los recursos", argumenta el director gallego. Francisca - o Ramona en Matria- guarda además muchas similitudes con la abuela de su director, y esta es una de las razones por las que la protagonista es rebautizada en el corto. "El cambio de nombre le permitió percibir el personaje como algo ajeno a ella y distanciarse emocionalmente de él", explica. Ahora son los académicos quienes decidirán si ambos cortos acaban nominados a los Goya.