Las 'crepes'. Lo que pasa es que el francés les confunde. Con eso de que es lengua propia -por origen, historia y mérito- tanto de cuisine como de couture, de cocina y costura. Idiomas, queridos, que diría Aramís. Claro que Carmen se maneja bien con las crepes, pero no las de harina, huevos, leche, mantequilla, azúcar y un toque de frutos rojos, sino con los crepes, los de los vestidos. Pretender que la celeb cocine (suerte que tiene servicio, chófer, cocinera, etc., como María Teresa) es como aspirar a que Isa siga los pasos de su madre. Que dice Isa que su madre quiere eso, que siga su carrera artística, y que se enamore de un torero también, para completar la estampa, y lo dice totalmente en serio. O tal parece, porque es difícil de apreciar cuando toda la atención está puesta en la punta de su nariz recién pulida. Y harto complicado cuando se la ha escuchado acometer -de manera improvisada, es cierto, sin calentamiento previo y a capela- alguna tonadilla pantojil. No llega a lo de Míriam Saavedra, que ha disparado la venta de tapones para los oídos, pero ahí ahí.

La película. Lees que Belén Esteban protagonizará la película de su vida y dices, ah, ya, sí, otro gancho, otro polígrafo, otra exclusiva. Viene protagonizando la película de su vida, más bien la serie, el serial, el culebrón, porque es por capítulos, y más drama que comedia, desde hace mucho ya. Vive de eso. Y por lo alto. De la película de su vida. Pero luego lees bien y es una película de verdad, con su director y sus cámaras y sus productores y sus localizaciones y sus maquinistas y su steady cam y sus actores y su guion y su estreno y sus futuros espectadores. Eso ya te da como susto. Luego se te pasa un poco. Cosas peores se han visto. Al fin y al cabo ya conocemos sus dotes intepretativas por algún cameo, hasta la hemos visto publicar un libro. Hemos oído a su ex el torero intentar ser cantante. Y a Kiko, también (ah, no, que él lo es de verdad). Películas.

Intocables. De un tiempo a esta parte las cosas han cambiado, se habla (casi) sin tapujos de lo que no se hablaba, se han desclasificado determinados expedientes. Pero quedan algunos. Grandes secretos, temas espinosos, preguntas que escuecen, verdades a medias, pasados que es mejor no remover, puntitas que apenas asoman. Uno. Bárbara. La exconcejala díscola le pregunta a la hija, a Sofi. Y Misofi, en línea, como ha mamado toda su vida, "si mamá habla cambia la historia..." Dos. Isabel y María. Un paparazzi cuenta ahora que hubo bronca maratoniana en un hotel. Que una salió contenta. Otra no. Salta la rana.

La soltería. No le está usted sacando el jugo a la soltería, decía el teniente Bacacorzo, o Mario por boca del teniente, en Pantaleón y las visitadoras. Es que a mí la soltería no me sirve de gran cosa, le replicaba el capitán Pantoja. Otro, con sus medios de fortuna y su apostura, sus cabellos nevados y su porte distinguido hubiera aprovechado la momentánea soltería para echar algunas canas al aire, insistía otro personaje (o él mismo), sin éxito, en La tía Julia y el escribidor. Ahora Mario se encuentra así, en estado de soltería. Lo confirma Isabel, que también está hecha al matrimonio. Y aunque asegura que están bien, maravillosamente bien, advierte "podríamos casarnos en cualquier momento". Sea.

La compra. Isabel Pantoja va a la compra. Ella es así de sencilla. Se acerca a El Puerto de Santa M aría, con carrito o bolsa, imaginamos, a un súper, cercano a la Plaza de Toros, eso sí. Se sabe hasta lo que compra: callos y judías, entre otros productos de primera necesidad. Regenta un hogar omnívoro, pues. Que Isabel guisa, y guisa bien, con su delantal y todo, lo sabíamos. Platos tradicionales: arroces, gazpachos, ensaladilla, tortilla de bacalao, albóndigas, sopa de picadillo. Tuvo hasta un restaurante en la finca. Hizo famoso en el mundo entero el pollo a la Pantoja. Le cocinaba a Julián. La cantaora Fernanda de Utrera decía que para cantar bien una soleá había que saber hacer un potaje. Por eso ahora cantan como cantan y cocinan como cocinan, ¿o no ven Supervivientes, Gran Hermano VIP y todo eso? Están a otra cosa. Olvidan que la mano que ase el cucharón es la mano que controla el mundo. Pantoja lo sabe. Por eso hace la compra. Dicen que se ha quedado sin discográfica y que no gana para disgustos familiares. Nada que no se arregle en la mesa. Con unos callos picantitos. Ya puestos.