La vida del coruñés Ángel Castañeda Cambón dio un giro de 180 grados hace siete años, cuando con 52, le diagnosticaron párkinson. "Era una persona muy activa. En aquel momento, trabajaba en una lavandería industrial, y hacía bastante deporte. Me encantaba correr, participaba en todo tipo de carreras y maratones y, de hecho, fue al terminar una de esas competiciones cuando empecé a sentir que algo no iba bien. Notaba que los músculos se me quedaban rígidos, era una sensación muy extraña, totalmente desconocida para mí. Me alarmé bastante, y decidí ir al médico. En mi caso tuve suerte, porque en seguida me dijeron que era párkinson. Hay afectados que han tenido que peregrinar de consulta en consulta hasta obtener un diagnóstico preciso", señala.

Ángel reconoce que, en un primer momento, la noticia le dejó algo descolocado, pero pronto decidió asumir "de la mejor manera posible" su nueva situación. "Pensé: 'Esto es lo que hay, y tengo que intentar llevarlo lo mejor que pueda'. Y así trato de hacerlo, día tras día. El párkinson es una enfermedad plagada de altibajos. Ya no es que un día estés bien y al siguiente estés mal. A lo largo de una misma jornada puede haber muchas subidas y bajadas", reconoce este coruñés, quien destaca que el papel del entorno es fundamental para el paciente con párkinson. "En ese sentido, también tengo muchísima suerte, porque tanto mi familia como mis amigos siempre me han estado apoyando y tirando de mí para que no deje de hacer cosas. Su apoyo incondicional me da muchísima fuerza para sobrellevar la enfermedad", subraya.

Junto con la familia y los amigos, Ángel reconoce que otro pilar "importantísimo" para él es la Asociación Párkinson Galicia-A Coruña, donde acude a terapias rehabilitadoras -fisioterapia, logopedia, psicología, etc.-, y donde asegura haber encontrado "una segunda familia". "Conocer a otras personas que están pasando por lo mismo que tú, que te apoyan y te comprenden mejor que nadie, también es un bálsamo para sobrellevarlo mejor", dice.

El próximo domingo 11, Ángel se enfundará su equipación deportiva para participar en la segunda edición de la Carrera y Andaina por el Párkinson organizada por esa entidad, en colaboración con el Concello de Culleredo y Castelao Deporte, y que se desarrollará en el Paseo Marítimo de O Burgo, a partir de las 10.30 horas. "El año pasado ya participé y fue una experiencia muy bonita y muy emotiva. Con muchísimo esfuerzo, logré terminar los 10 kilómetros de la carrera, a mi ritmo, acompañado por mis amigos y por un montón de gente que se nos fue uniendo a lo largo del recorrido. El momento de atravesar la meta, con la gente animándonos y aplaudiendo, fue muy emocionante. Llegué de último, cuando ya se estaban entregando los trofeos, pero me sentí como un ganador", señala Ángel, quien reconoce que para la prueba de este año va "un poco justo" de preparación, aunque la afronta "como un reto, con muchísima ilusión". "No me siento un ejemplo de nada, pero sí quiero demostrar a otros enfermos que, muchas veces, los límites nos los ponemos nosotros mismos, y animarles a moverse y a hacer cosas. El ejercicio, tanto físico como mental, es formidable", resalta.

Los interesados en participar en esta iniciativa solidaria, abierta a gente de todas las edades, tienen de plazo para apuntarse hasta el próximo martes 6, a las 23.59 horas. Pueden formalizar la inscripción a través de emesports.es. El precio general es de 8 euros, 3 para los menores de 13 años. El 100% de los beneficios irán destinados a mejorar la calidad de vida de las personas con párkinson y sus familias.

El objetivo de esta prueba deportiva es, además, lanzar un mensaje de "normalización" de la enfermedad y fomentar la integración de los afectados, explican desde la Asociación Párkinson Galicia-A Coruña, donde reconocen que el desconocimiento de la enfermedad es su gran lastre. Y es que el párkinson -que afecta a más de 160.000 personas en toda España- es la segunda dolencia neurodegenerativa más frecuente (solo por detrás del alzhéimer), pero vive rodeada de falsos mitos. "El mayor error es que suele asociarse únicamente a temblores y hasta un 30% de los pacientes no los tienen", explican desde Párkinson Galicia-A Coruña. "Otro mito es creer que es solo algo de personas mayores. Uno de cada cinco pacientes tiene menos de 50 años", añaden desde la entidad coruñesa.

Esta patología se caracteriza por le pérdida o degeneración de neuronas en la sustancia negra del cerebro, lo que provoca falta de dopamina en el organismo, un elemento clave para que el ser humano realice los movimientos con normalidad. Ella es la que envía la información para moverse y cuando comenzar a faltar, aparece rigidez, temblores o partes del cuerpo que parecen no responder a las órdenes de su dueño o lo hacen de forma mucho más lenta. Pero hay otros síntomas que pueden poner en alerta al paciente. La inestabilidad postural, trastornos del sueño (somnolencia diurna, insomnio o pesadillas y sueños vívidos), del olfato o sudoración excesiva son otras de las consecuencias que puede conllevar esta patología, según explican en la Federación Española de Párkinson, donde reconocen que la enfermedad pasa por varios estadíos y que normalmente no es hasta una década después de los primeros síntomas cuando la patología suele estar en fase avanzada, es decir, los pacientes comienzan a tener complicaciones motoras o trastornos del sueño o cognitivos.

Pese a que se desconoce la causa del párkinson -se cree que pueden influir desde factores medioambientales hasta algún componente genético- y por el momento no hay cura, la esperanza de vida de estos pacientes ha aumentado en los últimos años ya que, como sostienen muchos expertos, no es una patología mortal en sí misma ya que la mayoría de los afectados, pese a la creencia popular, fallecerá por otro motivo. Los tratamientos actuales -tanto farmacológicos como quirúrgicos y las actividades de rehabilitación - permiten mejorar o ralentizar los síntomas de la patología. Desde la Sociedad Española de Neurología advierten, no obstante, de que el número de afectados por esta dolencia no deja de aumentar -se diagnostican unos 10.000 nuevos casos al año- y calculan que se triplicarán en 2050. Desde las asociaciones de ayuda a los pacientes y sus familias insisten, sin embargo, en lanzar un mensaje positivo: tras el diagnóstico hay que intentar mantener la vida anterior tanto a nivel social y personal y con la ayuda de los fármacos y actividades de rehabilitación se podrá hacer vida normal durante años.