Los estudios realizados por los expertos en la materia han demostrado que el consumo de algunos fármacos y otras sustancias de carácter farmacológico (como los opiáceos, las drogas de diseño, la cocaína, etc.) incrementa las estadísticas de accidentes de circulación, pues están presentes en un 5% de casos. Es un porcentaje elevado que debe ser tenido en cuenta.

Los enfermos que siguen un tratamiento farmacológico prescrito y controlado por un médico no suelen ser conscientes de que repercute en su vida normal y, aunque algunos leen los prospectos, no comprenden el alcance de los efectos secundarios ni actúan correctamente en el caso de padecerlos. Además, desconocen cómo les afectan dichos medicamentos sobre su capacidad de conducción.

Lo cierto es que no siempre estos efectos son negativos. En ocasiones, el fármaco consumido adecuadamente, es la única posibilidad para que el paciente conduzca, pues controla la patología que padece y mejora sus aptitudes como conductor favoreciendo sus reflejos y capacidades (por ejemplo, enfermos en tratamiento con antidepresivos bien medicados y adaptados).

Los fármacos con más efectos negativos sobre la conducción son las benzodiacepinas, los antihistamínicos H1, los relajantes musculares y los antidepresivos tricíclicos, que afectan al organismo a varios niveles:

-Las benzodiacepinas (alprazolam, oxazepam, triazolam, etc.) de uso en pacientes ansiosos e insomnes reducen la ansiedad y la agresividad, producen sedación, inducen el sueño, actúan como anticonvulsivantes y reducen el tono muscular y la coordinación motora. El problema es que inciden en la capacidad de reacción y en los reflejos del paciente, por lo que afectan directamente a la conducción.

-Los antidepresivos tricíclicos (como la imipramina) actúan a nivel del sistema nervioso para recuperar el humor del paciente deprimido. Presentan propiedades ansiolíticas o desinhibidoras y efecto sedante, provocan cansancio, torpeza e inseguridad, llegando a dificultar la concentración y el pensamiento si el consumo es prolongado o no se siguen las pautas adecuadas.

-Entre los antihistamínicos H1 se incluye la difenhidramina, utilizada en el tratamiento del insomnio a corto plazo y en medicamentos de uso tan común como el Bisolvon Compositum o el Paidoterín descongestivo. Sus efectos se relacionan con la sedación y la disminución de los reflejos necesarios para conducir sin peligro.

-Los relajantes musculares (Robaxisal Compuesto, Myolastan o Adalgur), de uso frecuente en caso de "contractura muscular" tienen un efecto directo sobre la capacidad de conducción.

Los signos de alerta relacionados con el consumo de fármacos incluyen: somnolencia, cansancio, apatía, reducción de los reflejos, alteración de la percepción de la distancia de seguridad, pasividad, confusión, aturdimiento, alteraciones musculares agudas como espasmos o calambres, etc.

Es fundamental informar a los consumidores de los efectos del tratamiento y valorar la relación riesgo-beneficio que implica conducir bajo esas condiciones, lo que redundará no sólo en interés del enfermo sino en la seguridad vial de los demás conductores y peatones. Un ejemplo claro son los camioneros o repartidores que pasan muchas horas al volante y suelen sufrir problemas de espalda, toman relajantes musculares como el Myolastan y continúan con su trabajo aunque deberían reposar.

En general, se recomienda:

-No automedicarse. Todos los medicamentos deben usarse bajo la supervisión de los profesionales sanitarios, sin variar siquiera el horario de ingestión sin consultarlo.

Leer el prospecto y consultar al farmacéutico los efectos específicos sobre la capacidad para conducir.

-Iniciar el tratamiento médico antes de que sea imprescindible conducir para comprobar la adaptación de nuestro organismo y reconocer si nos provoca una reducción de capacidad visual, reflejos, etc.

-No mezclar medicamentos para evitar interacciones pues, a veces, un principio activo no afecta a nuestros reflejos pero, al mezclarlo con otro, reaccionan imprevisiblemente.

-No consumir alcohol para conducir. Además, en caso de seguir un tratamiento, la combinación de ambos aumenta el riesgo de accidente.

Consulta a tu farmacéutico cualquier duda que se te plantee. Es un especialista capacitado para resolverla y puede ayudarte a comprender la importancia del consumo responsable de los medicamentos y recomendarte la mejor opción -compatible con tu ritmo de vida- para seguir las pautas marcadas por el médico. Y no dejes por tu cuenta el tratamiento que te han pautado.