Mercedes falleció sola, en un hospital, a 160 kilómetros de Moaña, donde hizo toda su vida, y sin que su hija, separada, con dos niños e ingresos que "apenas le permiten llegar a fin de mes", llegase a tiempo para despedirse de ella. La historia de Mercedes se cerró en Lugo después de que le asignaran allí, por la vía de emergencia, plaza residencial pública, porque "ni su hija" podía "renunciar al puesto de trabajo para atenderla ni su precaria situación económica" le permitía "afrontar el coste de una residencia privada". Antes de volverse totalmente dependiente, Mercedes (76 años) se las apañaba sola y con una pensión de 639 euros.

Su caso es una de las "situaciones reales" con las que el Consello de Bioética de Galicia ilustra su informe Ética, vulnerabilidad y ancianidad, centrado en la vulnerabilidad de los mayores, que serán el 30% de los gallegos en una década y que se ven aquejados desde varios frentes: la soledad (cerca de 122.000 viven solos), la dependencia (que sufren casi uno de cada cuatro con 75 o más años), el aislamiento (el 42% de dependientes vive en concellos pequeños) o una reducción de la pensión contributiva conforme aumenta la edad.

Mercedes, como Juan, que se "derrumbó" tras enviarlo a una residencia a 200 kilómetros del pueblo en el que tenía su vida y sus amigos, y otros casos que cita el informe, sirven al Consello de Bioética para aportar recomendaciones a la administración gallega, entre ellas la de "minimizar la deslocalización" de los mayores al adjudicarles una residencia, es decir, piden darles plaza cerca de su "entorno habitual". "Y si el ingreso urgente es un lugar lejano", instan a "gestionar el acercamiento lo antes posible".

Esta legislatura se prevé en Galicia la construcción de siete residencias, una en cada ciudad. El Consello de Contas reprochó a la administración que los mayores deban esperar casi dos años para acceder a una plaza y, mientras, la carga de sus cuidados recae sobre las familias. De hecho, el Consello de Bioética avisa de que la vulnerabilidad de los ancianos "se expande" a sus cuidadores. El informe habla del hijo de Manuel, que pide permiso en su trabajo para ir una vez al mes al hospital, a 50 kilómetros, a por la alimentación de su padre, que lleva 10 años encamado y con sonda nasogástrica.

El caso de Pilar, entre otros, sirve al Consello de Bioética de Galicia para ilustrar otra situación: los ingresos prolongados en el hospital por falta de opciones. Pilar, cuenta, ha dejado de ser autónoma, pero no quiere ir a una residencia. El personal de la ambulancia que la traslada a casa desde el centro sanitario decide devolverla a urgencias tras constatar la situación en la que quedaría y al final Pilar se queda en el hospital a la espera de que se tramite una vía alternativa a la de residir en su domicilio.

Los mayores pueden verse afectados, indica el informe, por vulnerabilidad económica (uno de cada diez jubilados está en riesgo de pobreza), cognitiva, funcional, familiar, emocional, comunicativa, asistencial o incluso territorial... en función de su distancia a los servicios básicos. Las situaciones de vulnerabilidad, advierte el Consello, amenazan valores como la dignidad, la autonomía, la intimidad, el bienestar, la justicia o la solidaridad, entre otros, cuyo análisis la entidad insta a realizar para buscar una solución individualizada y tras avisar de que se precisan recursos "coordinados, sociales y sanitarios".