El obispo de la diócesis Tui-Vigo, Luis Quinteiro Fiuza, declaró ayer como testigo en la causa contra la Orden y Mandato de San Miguel Arcángel y sostuvo que no acudió a denunciar los abusos sexuales cuando tuvo conocimiento de ellos porque su "terreno" es el "moral".

A preguntas del Ministerio fiscal, el obispo sostuvo que se reunió con la exmigueliana M.P. (víctima en la causa) en su despacho y que ésta le trasladó que había mantenido "relaciones sexuales" con el líder de la Orden, Miguel Rosendo, y que "para ella" esa relación había sido "forzada", pero "no físicamente impuesta". Mientras que, a preguntas de la defensa, Quinteiro Fiuza añadió que M.P. le dijo que "no fue violada" y que "se dejó un poco". "Ella de alguna manera entró en el juego", apuntó el responsable de la diócesis.

La Iglesia es responsable civil subsidiaria en alguno de los delitos por daños morales que refiere la acusación en este juicio conocido como de los Miguelianos. Quinteiro Fiuza testificó durante más de dos horas y explicó que le "preocupaba" la "cuestión moral" porque, según sus palabras, en Orden y Mandato se había cometido una "falta moral" que atentaba "absolutamente" contra "los principios cristianos" y "los principios que ellos habían aceptado".

El obispo reiteró que su "obligación" por su cargo era llegar a "la verdad" y que tenía "intención" de convocar un "juicio canónico", una vez obtenidas las conclusiones del informe que le encargó al "visitador canónico", para "establecer hasta dónde se pudiera la verdad de los hechos". Sin embargo, explicó, que no iba a "ponerse con un proceso canónico" una vez empezado el "proceso judicial"; aunque matizó que "nunca" lo "descartó".

En su testifical, relató como M.P. le aseguró que "no quería que se supiera su situación" y que él le "insistió" en que denunciara. "Después no sé lo que hizo", añadió sobre lo que esta supuesta víctima hizo tras su única reunión con ella, en la que también estuvo presente su marido (otro exmigueliano).

Por otra parte, el obispo de la diócesis Tui-Vigo manifestó que cuando conoce los hechos en "diciembre de 2012" valora que "había que actuar" pero, al tiempo, "hacerlo con prudencia y discrección". A su vez, apuntó que no se metió "en si esto es del demonio o de Dios", en referencia a la Orden, pero que "todo lo que es tentación es del demonio".

Sobre el proceso de disolución de los Miguelianos, Quinteiro Fiuza explicó que hubo una "ruptura" y que "la fidelidad al obispo" no existía, que las miguelianas alegaron "indefensión" para marcharse y mostraron una "actitud desconfiada" hacia él después de apartar a Rosendo de la Orden y poner a un "comisario" al frente. "Les garanticé la paz", agregó, para explicar que abandonaron la diócesis pese a que él estaba "totalmente en contra". Asimismo, el obispo defendió a los sacerdotes que actuaron como "asistente eclesiástico", "visitador canónico" y "comisario" de la Orden. E insistió en que "nadie pensaba que había esa situación" dentro de los Miguelianos.

Quinteiro Fiuza ha aseverado que "no tiene nada en contra" de Rosendo, que ha "sufrido muchísimo" por estos hechos.