"Cuando mi hija comenzó a vivir como la niña que era, en el 2014, y empecé a acudir a las administraciones pertinentes para comunicar esta decisión y para que fuese respetada en su identidad sentida, la primera respuesta que me encontraba, era que no se conocía ningún otro caso de una niña transexual tan pequeña", explica la presidenta de Arelas, Cristina Palacios Castro. "Nadie parecía saber y comprender el paso que había dado Sara, e incluso sentimos el rechazo de algunos profesionales que no apoyaban su decisión".

Tampoco encontraban ninguna familia gallega en la misma situación, a pesar de que, al hablar con varias mujeres transexuales adultas reconocían que desde muy pequeñitas sabían que eran mujeres. Así que comenzó a preguntarse: ¿Cómo están viviendo el resto de las familias todo el proceso?

Desde la publicación de una información sobre la pequeña Sara, "se desató una locura informativa", indica su madre Cristina Palacios. "Lo mejor de todo, el debate social que se abrió en Galicia sobre la existencia de la transexualidad infanto-juvenil, y que las familias con hijos trans que empezaron a aparecer", asegura. Desde entonces y tras la creación de Arelas, la experta asegura que han asesorado y acompañado a más de 170 menores y a sus familias.

"Una de las primeras necesidades cubiertas, fue la necesidad de que los centros educativos gallegos respetasen los tránsitos sociales de los menores trans, lo que implicaba hacer uso de su nuevo nombre y género sentido, acudir con la vestimenta y aspecto físico escogido y hacer uso de baños y vestuarios que por género sentido les correspondía". La Consellería de Educación y Ordenación Universitaria aprobó en 2016 e implantó un Protocolo Educativo sobre Identidad de Género en los centros educativos. Pero las demandas a nivel institucional y judicial continúan y los escollos a resolver aún son más de los que desde Arelas querrían.