Transgredir las normas de género y romper con lo biológicamente establecido, con todo lo que se da por sentado, casi siempre tiene costes muy altos: la incomprensión y el rechazo familiar y social, la exclusión social, el acoso escolar? Y aún así, muchos menores valientes se atreven a desafiar el destino que se suponía para ellos y ellas, para luchar por crecer sintiéndose libres.

Un documental llamado Sorrisos transformadores, que se estrenará el martes, pone el foco en casos reales de menores transexuales recogidos a lo largo de treinta y seis municipios gallegos. La pieza audiovisual de apenas 30 minutos de duración y elaborada por la Diputación de Pontevedra en colaboración con la Asociación Arelas será proyectada con motivo del Día de la Memoria trans, que conmemora y recuerda a las personas asesinadas en los últimos años por una clara cuestión de discriminación sexual, que se denomina transfobia. De hecho, cifran en 368 víctimas de esta lacra en lo que va de año, de las que un 46% tenían entre 20 y 29 años.

Por eso, el colectivo Arelas que preside Cristina Palacios incluye en un manifiesto que será leído posteriormente la petición de una igualdad plena. "El derecho a ser uno o una misma no es negociable", expresan en una clara reivindicación de la "autoderminación de género". "Alienta ver tanta fuerza interior en cuerpos tan pequeños", asegura Palacios, madre de una menor de 12 años que, estando de vacaciones en Portugal, con solo 8 años, dejó de ser una niña solo en casa y salió a la calle como se sentía. A partir de ese momento comenzó su tránsito social y Sara -que había sido Hugo- comenzó a hacer vida de niña también fuera.

También inciden en los escollos que aún sufre un colectivo vulnerable de por sí, pero más en caso de ser adolescentes o preadolescentes, por la amenaza del bullying. "Desde el colectivo trans llevamos años de lucha por conseguir la despatologización y el tutelaje de las identidades que impide el libre desarrollo y la autodeterminación de género de estas personas, tanto adultas como menores", indican.

Han logrado que desde los Registro civiles de Galicia se reconozca el nombre sentido de los menores trans y poder tener una documentación acorde con sus vivencias del día a día. "Mi hija Sara fue la primera niña que lo consiguió en Galicia. Después de este cambio legal de nombre, hemos logrado no sólo que muchos menores consiguiesen este derecho en Galicia sino que incluso a finales del año 2016, un menor lograse no solo cambiar el nombre, también el sexo", se felicitan. Aún así, piden agilidad con la reforma de esta ley para que todos puedan tener el derecho a modificar su nombre y sexo en todos los documentos acreditativos y no dependan de la voluntad de jueces y fiscales.

En la actualidad, también hay registrada en el Congreso de los Diputados, una Ley Trans Estatal integral en la que Arelas ha colaborado y que incide en el derecho a no ser patologizadas y que por tanto puedan ejercer el derecho a la autodeterminación de género, al cambio de nombre y sexo, a acceder en igualdad de condiciones a la sanidad pública, a la necesidad de incluir la transexualidad en el currículo educativo y a castigar los delitos de odio hacia este colectivo.

El acceso a los tratamientos médicos ha sido un caballo de batalla desde el principio. Los niños y niñas que van a cambiar hacia el sexo sentido precisan de bloqueadores puberales al inicio de la adolescencia y también tratamientos hormonales una vez que empiezan a desarrollar los caracteres sexuales. "Cuando acudimos a los pediatras a comunicarlo, somos inmediatamente derivados a salud mental ya que la transexualidad es considerada todavía como un trastorno o desorden mental (la transexualidad aparece como "disforia de género" en el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-V y en la Clasificación Internacional de enfermedades)", critican. Allí, se le impone el diagnóstico, que precisa ser reconfirmado cada cierto tiempo por el profesional de salud mental. La Asociación Arelas se muestra disconforme con la Unidad de Trastornos de Identidad de Género, ubicada en Santiago de Compostela, por considerarla patologizante y compartir pacientes menores y adultos.