Chóped. Una delgada línea separa el chóped y la mortadela. Es una cuestión de matiz. Los matices son importantes. Puede ser más o menos contenido magro, o fécula. No es una cuestión de precio, para quien acaba de cargar tres carros enteritos. Es naturalidad. A ver quién no se ha metido alguna vez entre pecho y espalda un bocata de chóped, dice, por echarle un capote (nunca mejor traído; Fran Rivera duda otra vez ¿dónde están los capotes y las cosas que desaparecen de Cantora?), Ana Rosa, a quien lo más que te la imaginas es con un canapé. El caso es que a Isabel, cuando va a la compra (lo que va a dar

de sí esa compra) si le entra hambre, y le entra, coge un paquete de fiambre, de chóped por más señas, parece que de pavo, que si es de pavo pues no será chóped (idiomas, queridos), lo abre y coge un pan (multicereales), también lo abre y se hace un bocadillo allí mismo, entre las celulosas y los encurtidos, como quien no quiere la cosa. Dejando un rastro de migas. Como una bata de cola.

Mimetismo vocal. El mimetismo vocal es una capacidad que se asocia con los cíclopes y las leucrotas, seres fabulosos, criaturas míticas que, se creía, podían imitar la voz humana con intenciones por lo general aviesas. En cualquier caso, es un don. No necesariamente ligado a la monstruosidad, la credulidad o la maldad. También lo poseen orcas, loros y algunos humoristas y algoritmos. Y Maite Galdeano. Maite es la madre de Sofía, que es una que ganó un reality o dos y ha tenido o tiene novios famosos, un poco, y ahora hace el tonto con Matamoros. El caso es que su madre tiene poderes miméticos. Como los cíclopes, las leucrotas, los loros, las belugas, los humoristas y los chatbots. La verdad es que no los tiene. Pero ella cree que sí. A Maite la llaman y hace que no es ella, que es su padre, que es un señor difunto. Para más inri. Si no cuela, a la próxima, médium.

La vida mártir. Una sabía de la vida de los mártires: Abdón y Senén, Cucufato, Bárbara y Águeda, Sebastián, etc. Sabía que habían padecido tormento, martirio, calvario, crucifixión, tortura, pasión, sufrimiento, agonía o inmolación. La vida mártir era eso. No para Omar. Claro que ha redefinido muchos conceptos: cantante y boxeador, amor, culebro, iluminati... Omar va por ahí diciendo eso de dar la vida mártir, y no es una vida mártir como la de los mártires del martirio, pero tampoco es todo el día ji ji ja ja, como parece. Por eso, ha decidido hacer su propio reality, el reality de la vida mártir de Omar. Como las Kardashian. Como las Campos.

184 días. Del 1 de enero al 3 de julio de cada año, durante 184 días, los españoles trabajan para pagar religiosamente sus impuestos. A los ricos y famosos les pasa parecido

pero distinto. A los ricos y famosos que viven seis meses aquí, seis meses allí, por lo que sea, les toca pagar sus impuestos en un sitio u otro según donde hayan pasado esos 184 días. La Hacienda española determina así la residencia fiscal. Tita, que es Tita aunque baronesa y abuela, porque sus nietos, los hijos de Borja, le llaman Tita y no abuela, y el propio Borja viven 184 días, más de 184, el límite, el linde, el centro, el hemistiquio, el ecuador, el fiel de la balanza, la mitad más uno, en Andorra. Los restantes, en España. Como ya ha pasado 184 días entre montañas, Borja puede regresar. A casa. Por Navidad.

El currículum. Los datos que más suele inflar la gente en su curriculum son el nivel de idiomas, la experiencia laboral y hasta la edad. Esto era antes de que los políticos pusieran los másteres en cabeza. Mónica Hoyos, que es exagerada para todo, cómo no iba a serlo con su carrera. Lo fue siempre. Ya hace un tiempo la pillaron con el carrito del helado: presentadora de El Precio Justo o Karaoke se quedó en azafata. Miss en segunda dama. Destacada trayectoria en el cine en un papel chiquitito, apenas una escena, algún culebrón y, eso sí, y ahí la Wikipedia, para que digan, lo hace bien cuando rotula "actriz de su vida". Harta de tanta confusión, la bióloga Ana Obregón, para distinguir el polvo de la paja, se vio obligada a exhibir el título. La partida de nacimiento, ni hablar. Aramís sí la mostró, aunque a renglón seguido dijo que era falsa a rabiar, que le habían añadido años. A ella, que asegura tener en realidad cientos, qué más le dará. El curriculum del más allá no funciona como estos. Es más complejo. Pero en idiomas, hemos descubierto que tampoco. Querida.