Pese a que la muerte súbita puede ser una de las consecuencias de la miocardiopatía hipertrófica, los expertos aseguran que son pocos los casos. "Entre un 3 y un 4% cada cinco años", señala el cardiólogo y autor principal de esta investigación, Juan Pablo Ochoa, quien reconoce, sin embargo, que "es algo muy llamativo sobre todo cuando se produce en futbolistas o deportistas de alto nivel".

"Normalmente los deportistas se someten a pruebas como electrocardiogramas que deberían detectar algo anómalo", indica este cardiólogo, quien envía un mensaje de tranquilidad. "Una vez diagnosticada y con tratamiento, el 90% de pacientes con miocardiopatía hipertrofica llevan una vida totalmente normal", señala. "Se les da un tratamiento para paliar los síntomas como la falta de aire o las palpitaciones y solo un pequeño porcentaje de pacientes que tienen mayor riesgo de problemas se les instala un cardiodesfribrilador, un aparato que les monitoriza y que si detecta alguna arritmia actúa para evitar muerte súbita u otra complicación", sostiene.

Ochoa reconoce eso sí, que es muy positivo hallar genes vinculados para realizar un mayor control sobre los pacientes en riesgo y así modificar ciertos hábitos de vida —como puede ser la práctica de deporte extremo— ya que la patología puede no dar síntomas.