La psicóloga Mariana Pla lleva veintidós años trabajando con pacientes con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) en la Asociación Bulimia y Anorexia de A Coruña (ABAC), una entidad sin ánimo de lucro que, desde 1996, ha atendido a más de 3.000 pacientes de Galicia, Asturias y Castilla-León

- ¿Ha cambiado el perfil del paciente con TCA desde sus inicios en ABAC?

-El perfil es cada vez más difuso, el grupo de riesgo cada vez más amplio y la incidencia, mayor. La edad en sí misma no es una barrera para la aparición de los trastornos de la alimentación. Desde la infancia hasta la vejez, la relación con la comida puede ser expresión de un malestar interno o con el entorno.

- Dice que la edad no es una barrera para la aparición de este tipo de trastornos, ¿continúan siendo, no obstante, más habituales entre los adolescentes?

-Sí, la adolescencia sigue siendo la etapa vital en la que existe un mayor riesgo de desarrollar un trastorno de la alimentación. Se diagnostican TCA en personas de todas las edades, pero en la mayoría de los casos, la enfermedad debutó en la adolescencia. Esto sucede porque en esta etapa la personalidad, la autoestima y el rol social están en pleno desarrollo, y los chavales son más vulnerables ante un entorno social en el que la presión externa por la imagen es más elevada.

- ¿Qué rasgos tienen en común los pacientes con TCA?

-Ciertos rasgos de personalidad guardan estrecha relación con los TCA, como insatisfacción corporal, autoestima baja, autovaloración negativa, perfeccionismo, nivel alto de competitividad y autocontrol.

- ¿Han aumentado los casos?

-Sí, hay un repunte de este tipo de trastornos, y en la clínica notamos, en concreto, un aumento del trastorno por atracón.

- ¿Son eficaces medidas como impedir que modelos por debajo de un determinado peso desfilen en las grandes pasarelas o unificar las tallas en las tiendas?

-Todas las medidas ayudan, pero los TCA son muy complejos y detrás de su aparición no encontramos una única explicación. Aunque son frecuentes los mensajes que culpabilizan, por un lado, a la moda o, por otro, a determinadas formas de relación y educación familiar como único componente causal, lo cierto es que lo que determina el inicio de este tipo de trastornos es el comienzo de una dieta para mejorar la imagen que uno tiene de sí mismo y poder sentirse mejor. En nuestra cultura se han ido transmitiendo unos valores que han llevado a que la persona mida su autoestima en base a la satisfacción corporal que se construye en función de un peso patológico, de una etapa de vida solo joven y de un estado físico ideal.

- ¿Qué papel juegan las páginas web que fomentan la anorexia en esta problemática?

-Estas páginas, llamadas pro-Ana (pro anorexia) y pro-Mia (pro bulimia), y dedicadas a hacer apología de la anorexia y la bulimia como una forma de vida, están dirigidas por una persona que sufre un trastorno. En ellas, distintas personas que están enfermas se ponen en contacto con el fin de intercambiar trucos para adelgazar, reforzar conductas patológicas y engañar a su familia. Lamentablemente, el acceso a estos sitios y a sus contenidos sigue siendo muy fácil. Aún no existe una legislación concreta, no tenemos a nuestro alcance las herramientas necesarias para acabar con este factor que ejerce una influencia muy negativa, sobre todo en los más jóvenes. Y tampoco nos podemos olvidar de las redes sociales, que están plagadas de estereotipos que también incitan a la delgadez.

- ¿Qué servicios ofrece ABAC a las personas afectadas por un TCA?

-ABAC ofrece un tratamiento multidisciplinar a través de un equipo formado por dos psicólogas, un psiquiatra, un nutricionista y otros terapeutas que se encargan de cubrir todas las áreas comprometidas. La asociación cuenta, además, con un servicio de comedor terapéutico que es fundamental para la corrección y la normalización de la pauta alimentaria. También desarrollamos un programa de prevención, enfocado en la educación para la salud. Las acciones de prevención de los TCA en la escuela tienen que ir dirigidas a formar y asesorar a los profesores para que puedan ser agentes de prevención de estos trastornos e implicándolos, también, en una detección precoz

- ¿Qué papel desempeñan las familias en todo el proceso?

-La familia juega un papel importante en todo el proceso de recuperación del paciente. En el momento que en un núcleo familiar aparece un TCA, surgen muchos miedos, angustias difíciles de manejar? y también preguntas, como ¿qué puedo hacer yo para ayudarle?, ¿por qué ha pasado esto?, ¿he hecho algo mal?. La familia necesita estar informada sobre la enfermedad y sobre cómo cursa, además de recibir apoyo a lo largo del tratamiento. Por este motivo, desde el principio se trabaja con todos sus integrantes, para que puedan aprender a manejar sus emociones y sus preocupaciones, y así favorecer un buen pronóstico en el proceso de recuperación de la persona afectada.

- ¿Cuánto suelen durar los tratamientos?

-El tratamiento de los TCA es largo y complejo, pero es importante resaltar que la recuperación es posible. La duración media, no obstante, es entre tres y cuatro años. Y no hay un tratamiento único, sino uno que se adapte a las características de cada persona. Siempre llevado a cabo, eso sí, por un equipo multidisciplinar, formado por diferentes especialistas.

- Antes comentaba que uno de los programas de ABAC está dirigido a fomentar la prevención. ¿Aún falta concienciación en la población sobre los trastornos de la conducta alimentaria?

-Sin duda, la falta de concienciación es algo que sucede a nivel general en todos los trastornos mentales, y también en los TCA. A nivel individual, la persona inicia estas conductas como una herramienta para canalizar, a través de la comida, un determinado malestar. En un primer momento, percibe un falso bienestar debido a la sensación de control percibido. Sin embargo, a medida que la enfermedad avanza, la persona afectada pierde progresivamente el control hasta meterse en una espiral de pensamientos y conductas patológicas de las que no puede salir. A nivel social, se trata de una enfermedad que, en muchos casos, no es percibida hasta que el trastorno está avanzado, lo que contribuye a la falta de compresión y minimización de la problemática.

- ¿Qué signos pueden alertar de algún problema de esta tipo?

-En la mayoría de los TCA hay una serie de signos y síntomas de alarma que pueden ayudar a la detección del mismo. Relacionados con la alimentación: la utilización injustificada de dietas, un estado de preocupación por la comida, interés exagerado por cocinar, sentimiento de culpa por haber comido, comportamientos extraños con la alimentación, evitar las comidas familiares... Con respecto al peso: pérdida de peso, miedo y rechazo al sobrepeso, excesivo ejercicio físico, amenorrea, síntomas físicos como frío en manos y pies, sequedad en la piel, caída de cabello... Vinculados al comportamiento: alteración del rendimiento académico o laboral, aislamiento social, aumento de la irritabilidad, aumento de síntomas depresivos/ ansiedad...

- ¿Perviven falsos mitos?

-Sí. Entre otros, se sigue creyendo que si una persona no está extremadamente delgada no está enferma, que determinadas reglas estrictas de alimentación o las dietas de moda no son un problema o que el aumento de peso implica que la persona está curada, todos muy lejos de la realidad. Por ello, es imprescindible llevar a cabo una buena psicoeducación en hábitos alimenticios saludables, pero también en otros aspectos nucleares en los TCA, como la autoestima, el respeto al propio cuerpo y al de los demás, la actividad física y las relaciones sociales y familiares.