Científicos expertos en huso horario muestran partidarios de mantener los dos cambios de hora que se producen a lo largo del año puesto que, tal y como han defendido, permite adaptar la luz solar a los ritmos vitales de los ciudadanos. Además, aprovechando el Brexit, plantean que el cambio invernal se devuelva al mes de septiembre, puesto que permitiría una adaptación menos traumática que a finales de octubre por la pérdida de luz repentina a última hora y viceversa por la mañana.

Las razones de apelar al Brexit, como explican los científicos que participaron en una jornada en la sede del Consello da Cultura Galega, se basan esencialmente en que ya era así antes y cuando se homologó el cambio de hora en la Unión Europea se adoptó la "costumbre británica", ignorando que en el resto se hacía en septiembre.

Participaron en esta jornada el coordinador de la jornada É racional o cambio estacional de hora? y miembro de la comisión española que estudia la pertinencia de los cambios de hora, el físico gallego Jorge Mira; el director del Observatorio Astronómico de Lisboa y autor del informe que recomendó al Gobierno portugués posicionarse en contra de eliminar los cambios, Rui Jorge Agostinho; y el profesor del área física de la Universidad de Sevilla y experto en el estudio de bases de datos del uso del tiempo de la población, José María Martín Olalla.

Al margen de defender de forma férrea que se mantengan los cambios horarios de la primavera y el otoño, porque optar por uno o por otro supondría "ir en bermudas en invierno o con abrigo en verano"; Jorge Mira rechaza la unificación del huso horario con Portugal. "España no debe cambiar su huso horario para ponerlo con el de Portugal. España está en el punto de equilibrio solar", resumió Jorge Mira, quien aseguró que optar por una hora menos frente a la actual supondría que la sociedad "necesitaría años para aprender el nuevo equilibrio". Mira, que avisó de que eliminar los cambios de hora supondría una "fractura del país", subrayó también que "no hay husos correctos" y otros no, sino que cada sociedad "ha aprendido a ubicar su vida en el huso que tiene". Desvinculó la cuestión geográfica (que le otorgaría una hora concreta) con la situación real y la adaptación.

"Es un beneficio para la sociedad en nuestros países", destacó Rui Rodríguez, quien explicó que en Portugal se intentó en dos ocasiones mantener un horario único, y fue un fracaso. El científico luso apostó por "aprovechar el Brexit para volver a la tradición europea" y cambiar la hora de invierno a finales de septiembre. La explicación es la siguiente: las mañanas de octubre, al amanecer tan tarde (porque se mantienen más horas de luz por la tarde), se produce una "copia" de lo que ocurre en diciembre y acaba produciendo un "impacto muy negativo" en noviembre, ya que la diferencia de luz con respecto a los horarios llega a ser de dos horas. De hacerlo en septiembre, sería más progresivo.