Si a principios del siglo XX tener un décimo premiado con las 250.000 pesetas del Gordo solucionaba la vida del agraciado y de sus descendientes, que podían comprar, por ejemplo, más de una decena de inmuebles, ahora los 400.000 euros del primer premio apenas dan para adquirir uno en las grandes ciudades.

Mucho ha cambiado la sociedad española desde los 8.000 pesos fuertes con los que estuvo dotado el primer premio de la Lotería de Navidad, celebrado en Cádiz, en 1812, cuando el décimo costaba 40 reales. Según explicó a la agencia Efe el numismático Joaquín Valle Vega, el peso fuerte no existía como pieza física. "El premio lo anunciaban en peso fuerte pero lo solían pagar bien con plata o bien con oro, no pagaban con peso porque no existía".

A principios del siglo XX, a los agraciados con el primer premio, dotado con un cuarto de millón de pesetas, se les abría un mundo de oportunidades. Con esa cantidad, no solo podían comprarse varias casas, también los recién llegados automóviles. Tal y como afirma Valle Vega, en esa época una casa en un pueblo podía costar unas 2.000 o 3.000 pesetas y algo más, en torno a las 7.000, un piso, por ejemplo, en el Ensanche de Barcelona. Fue entonces también cuando se empezaron a ver en España los automóviles. El Hispano Suiza de 20 HP construido en 1906, fue de los primeros que se fabricaron, en pequeñas series, en España. Era un modelo de catálogo y su precio ascendía a 16.200 pesetas, según relató a Efe el ingeniero industrial e historiador Manuel Lage.

LA GUERRA NO PARÓ LOS BOMBOS

El siglo fue avanzando y los bombos de la lotería de Navidad no faltaron a su cita anual ni siquiera durante la Guerra Civil. Un año antes de estallar el conflicto, en 1935, el precio del décimo era de 100 pesetas y el premio, de 1,5 millones.

En 1936 un minero cobraba un salario mínimo por jornada de 7,36 pesetas; un albañil, 7,31 pesetas; y una costurera 2,51 pesetas. Quien tuviera el décimo ganador podía dejar su empleo y dedicarse a una vida más que plácida.

Llegó la década de los sesenta y olvidada prácticamente ya la posguerra, España comenzó a abrirse al mundo. Fueron los años del 600 y de la transformación de los descampados en bloques de viviendas.

Un el premio al décimo del Gordo ascendía a tres millones. Por entonces, un piso en Madrid rondaba las 100.000 pesetas, como se desprende de los anuncios de la época que recoge el libro La Lotería Nacional de España 1763-1963, del escritor y periodista José Altabella.

El décimo de la Lotería de Navidad costaba en 1978, año constitucional, 2.000 pesetas y el premio era de 20 millones.

Ya en el siglo XXI y especialmente en estos últimos años, los 400.000 euros del primer premio -menos el 20 % que se lleva Hacienda- no dan para tanto, ni mucho menos. Y es que cada vez se pueden tapar "menos agujeros" en las casas, cuya compra para muchos es una utopía.