El último hito en la exploración espacial es made in China. Una misión de la Administración Nacional del Espacio de China (ANEC) ha logrado llevar una sonda, formada por un módulo y un vehículo explorador, a la cara oculta de la Luna. Un logro inédito que alimenta las esperanzas chinas de enviar una misión tripulada al satélite terrestre, algo que podrían alcanzar, según estiman los expertos, hacia 2036.

El programa chino de exploración lunar, denominado Chang'e en honor a la diosa de la Luna en la mitología del país, se inició en 2007, y antes de esta misión había enviado otros cuatro aparatos al satélite. Esta sonda, denominada Chang'e 4, fue lanzada desde el Centro de Lanzamiento de Satélites de Xichang, en la provincia de Sichuan, el pasado 8 de octubre. Cuatro días después, la sonda entró en la órbita lunar.

El alunizaje de la Chang'e 4 en la cara oculta se produjo en la madrugada de ayer, a las 3.26, hora española. El módulo lunar y el vehículo explorador se posaron en el cráter Von Karman, en el polo sur del satélite. Durante su descenso, la sonda remitió las primeras imágenes detalladas de la cara oculta de la Luna, que llegaron a la Tierra tras ser redirigidas a través del satélite artificial Queqiao.

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La cara oculta de la Luna es el hemisferio del satélite que no es visible desde la Tierra. Esto se debe a que la Luna tarda en rotar sobre sí misma el mismo tiempo que emplea en dar una vuelta sobre la Tierra, por lo que desde el planeta se observa siempre el mismo hemisferio. Programas espaciales norteamericanos y soviéticos ya lograron tomar imágenes de la cara oculta de la Luna el siglo pasado, pero nunca alunizaron en esa zona del satélite. Una misión no tripulada enviada por los Estados Unidos lo intentó sin éxito en 1962.

"Es un logro que pone de manifiesto la aspiración china de consolidarse como una de las potencias mundiales en la carrera espacial", reflexiona el investigador y divulgador científico Amador Menéndez, que no duda en definir el logro chino como un "gran hito en la carrera espacial".

Menéndez destaca también el papel que juega en la misión el satélite artificial Queqiao, que funciona como una suerte de "espejo" transmisor de información que permite una comunicación efectiva entre la sonda Chang'e 4 y la Tierra.