La diabetes tipo 2 es una de las enfermedades metabólicas más comunes y las previsiones indican que afectará a un tercio de la población en 2050. Ello, unido a la pandemia que ya supone la obesidad, entre cuyas múltiples consecuencias se encuentra la diabetes, justifica que numerosos investigadores centren sus esfuerzos en hallar soluciones a ambos problemas. Entre ellos está un equipo del Hospital Clinic y del Ciberdem que han descubierto un mecanismo por el que la obesidad provoca resistencia a la insulina.

Se trata de un avance importante que explica el papel que juegan determinados elementos -exosomas y microRNAs- relacionados con la obesidad obesidaden la aparición y desarrollo de la resistencia a la insulina y la diabetes. "Ahora el futuro es conseguir bloquear estas moléculas para que no aparezca la enfermedad", subraya Anna Novials, jefa del equipo de Patogenia y Prevención de la Diabetes del Idibaps y jefa de grupo del Ciberdem. Por ahora la investigación ha sido probada en ratones por lo que todavía resta un largo proceso hasta llegar a las pruebas clínicas en humanos.

Al igual que el equipo catalán, otro gallego, del Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago (IDIS), también se emplea a fondo ante el ambicioso objetivo de lograr "curar" la obesidad. Entre sus científicas se encuentra Ana B. Crujeiras, doctora en Fisiología y Alimentación. "Todos trabajamos en la misma línea de investigación desde hace tiempo, para intentar conocer los mecanismos moleculares que están detrás del efecto de la obesidad sobre las enfermedades asociadas, entre ellas la diabetes para encontrar posibles dianas terapéuticas", explica.

La investigadora del Ciberobn demostró junto a su equipo que "existen unas marcas epigenéticas diferentes en los pacientes con resistencia a la insulina" de la misma manera que los científicos catalanes han hecho ahora lo propio con los microARNs. A grandes rasgos, explica Crujeiras, se trata de unas marcas que aparecen en el ADN, que permiten interpretarlo.

Los avances de ambos grupos, recalca, "son importantes para poder encontrar algún fármaco que se pueda dirigir directamente contra ese mecanismo molecular porque cuanto más seamos capaces de descubrir qué mecanismos moleculares están implicados más fácil será encontrar el fármaco o la terapia adecuada para dirigirla más directamente", añade.

El fin último, que todavía se por ahora se ve a largo plazo, es hallar un fármaco que pueda curar la obesidad. "Es un horizonte lejano porque el desarrollo de la obesidad implica muchos factores ambientales, psicológicos, predisposición genética... Y nosotros nos centramos en los moleculares. Normalmente los fármacos están dirigidos a nivel central, al cerebro, que es donde se regula el apetito, pero nosotros tratamos de buscar a nivel periférico, en la regulación de cómo funciona el tejido adiposo, por ejemplo", remarca. "Es la única manera de combatir la falta de éxito que tienen las dietas, hacerlo más fácil de la misma manera que, salvando las distancias, para la diabetes los pacientes se tratan con insulina", apunta.