El próximo miércoles tomará posesión de su cargo el nuevo presidente de la Real Academia Galega de Ciencias (RAGC), Juan Lema, que se fija como objetivo abrir más la institución a la sociedad, salir más de su sede compostelana y buscar sinergias con instituciones de las grandes ciudades de Galicia. Por ello resalta la presencia en su directiva de Fernando Pérez, catedrático de Teoría de la Señal.

-¿Qué diagnóstico hace de la investigación científica en Galicia? ¿En qué posición estamos?

-La ciencia está obteniendo resultados en Galicia casi milagrosos con muy poca inversión. En España estamos en el décimo puesto del mundo en publicaciones, pero en el 35º en i+D. En patentes figuramos entre los 15 primeros. No estamos en la liga de campeones en ciencia y tecnología, ni Galicia ni España.

-Hemos visto estos días noticias sobre investigaciones realizadas en Galicia sobre nanotecnología aplicada al tratamiento de la metástasis del cáncer de colon en el hígado (investigación premiada por la RAGC) y al cáncer de cerebro. ¿Las nanotecnologías son la principal área de futuro de las ciencias en Galicia?

-La nanotecnología y la biomedicina tienen un desarrollo importante en Galicia, y hay grupos muy buenos con resultados estupendos. De hecho, el premio que otorga la RAGC en contribución científica va en esta liga, como acaba de decir. Quedó finalista un trabajo que fue seleccionado posteriormente por la Academia Americana de Ciencias como la molécula del año en química. Pero, insisto, esto, con ser interesante, no es un reflejo de lo que es la ciencia en Galicia. Son spots, milagros que van apareciendo. En el siglo pasado, Ramón y Cajal, con un microscopio y nada más, fue capaz de revolucionar la neurociencia. Pero fue gracias a su genialidad, no porque en España se apostase por la ciencia. No hemos sabido transmitir a la sociedad el aprecio por la ciencia y la tecnología. Se destaca porque hay individualidades muy buenas, pero esto no deja de ser un espejismo. La ciencia y la tecnología en Galicia tienen un papel modesto, desgraciadamente.

-Las potencias que van a liderar lo que queda de siglo, como China, están innovando constantemente en robótica e inteligencia artificial. ¿Se olvida que la clave del desarrollo económico está, hoy más que nunca, en el desarrollo científico?

-La sociedad no sabe que detrás de la ciencia está casi todo, que afecta a cada una de las partes de su vida. En el pasado, la economía se basaba en las materias primas, después en la mano de obra bruta, luego en la habilidad y en la mecánica... Hoy la fuerza de un país se basa en sus ideas, en su potencial de invención y de desarrollo. Mientras sigamos pensando que el futuro de Galicia está basado en la pesca, en la agricultura o en la extracción de minerales, tenemos poco futuro. Con ser muy importante, eso no puede ser la base del futuro, que ahora se juega en el campo de la ciencia y la tecnología. Si no podemos desarrollar nuestras capacidades, nuestros recursos humanos, no tenemos futuro. Mientras un ciudadano considere que tener paseo marítimo en su pueblo es más importante que tener una buena investigación, estamos desenfocando el problema.

-Uno de los problemas de Galicia es la dispersión de la población. Ahora que se habla de la sociedad hiperconectada y del internet de las cosas, ¿es un obstáculo insalvable que a los habitantes del rural gallego no les llegue la banda ancha?

-Vivir disperso es carísimo. Hay una concentración a nivel mundial, porque las ciudades son mucho más efectivas, bajo todos los puntos de vista (económico, ecológico, etc.). Mantener una sociedad dispersa no es realista. Desde la administración se está haciendo un esfuerzo muy importante por llevar la banda ancha a los lugares más recónditos, pero eso es muy costoso. Lamentablemente, la dispersión es un hándicap. Si en una sociedad como Galicia destinamos recursos a medidas improductivas, lo que está perdiendo eficacia es el conjunto del país. Corremos el riesgo de perder el rumbo de lo importante.