La mitad de los niños pobres repite curso, frente a solo el 8% del resto de los escolares. Además, su tasa de abandono escolar es mucho más elevada, tienen un bajo desarrollo de aptitudes cognitivas, más tendencia a la obesidad, más problemas de salud mental y mayores niveles de conflicto social. Estas son solo algunas de las cicatrices que la pobreza deja en los niños y que el Alto Comisionado para la lucha contra la Pobreza Infantil, Pau Marí-Klose, se ha propuesto combatir con una batería de medidas plasmadas en los Presupuestos Generales del Estado para 2019.

En España el 28% de los menores de 16 años, en torno a 2,1 millones de niños, vive en riesgo de pobreza. Y, según cálculos del Gobierno, 700.000 de ellos lo hace en situación de carencia severa, es decir, sin tener garantizada su alimentación o cosas tan básicas como la luz o la calefacción o, simplemente, poder ir a un campamento en verano.