La gripe se define como una infección vírica aguda, autolimitada y normalmente benigna que hemos padecido todos en algún momento de nuestra vida, normalmente entre los meses de octubre a abril. La produce el virus influenza, con tres tipos y varios subtipos y cepas de cuya mutación depende la virulencia de la epidemia y el éxito de la vacuna creada cada temporada para combatirla.

Para evitar alarmas innecesarias que nos hacen acudir a urgencias ante el temor a padecer alguna grave patología, queremos diferenciar entre un resfriado, una gripe o una neumonía, pues el cuadro clínico y el pronóstico y tratamiento son diferentes:

-El catarro, resfriado o constipado es un proceso causado por múltiples virus para los que no existe vacuna. Se caracteriza por abundante mucosidad, frecuentes estornudos, fuerte dolor de garganta, tos seca, malestar general, fiebre moderada e irritación ocular. Si no se trata adecuadamente puede desembocar en una infección bacteriana como sinusitis, otitis o bronquitis. Suele remitir por sí mismo, gracias a las propias defensas del organismo, al cabo de 3 a 6 días.

-La gripe está causada por un virus reconocible, para el que se puede preparar una vacuna. Se caracteriza por la presencia de fiebre alta, fuerte dolor de cabeza, tos persistente con flemas, dolor muscular, fatiga, agotamiento general, reducción del apetito, etc... Puede complicarse y acabar en una enfermedad más grave (infecciones bacterianas, neumonía, empeoramiento de enfermedades cardíacas, asma, etc...) en la que el tratamiento preciso incluye, por ejemplo en la neumonía, la administración de antibióticos.

En el caso de la gripe y el catarro, el tratamiento es similar y se considera sintomático: antipiréticos para la fiebre; descongestivos y antihistamínicos para los mocos; antitusígenos para la tos; mucolíticos para fluidificar; colutorios, para el dolor de garganta; analgésicos, para las molestias musculares y preparados específicos donde se combinan varios de los anteriores grupos de fármacos. La mayoría no necesitan receta, pero debemos consultar al farmacéutico. No debemos tomar antibióticos, salvo expresa indicación médica y, sólo para tratar la gripe, se pueden emplear antivirales, siempre bajo prescripción.

El contagio es fácil, pues el virus pasa del enfermo que tose o estornuda al sano, o al tocar objetos contaminados; penetra por la nariz, los ojos o la boca y llega a las mucosas. Influyen los cambios bruscos de temperatura y la permanencia en espacios cerrados y poco ventilados.

Es recomendable:

-Taparse la boca al toser y estornudar.

-Usar pañuelos desechables y no reutilizarlos.

-No fumar.

-Lavarse las manos con profundidad y frecuentemente.

-Consumir frutas y verduras.

-Beber mucho: agua, zumos, infusiones. Reducir el consumo de leche porque favorece la formación de moco.

-Evitar el estrés, porque debilita el sistema inmunitario.

-Descansar; se recomienda reposo en casa de 5 a 7 días.

-No automedicarse. El especialista indicará el tratamiento a seguir que puede incluir antivirales para adultos y niños mayores.

La mejor prevención pasa por vacunarse cada otoño, antes del inicio de la epidemia. Se inocula en el brazo la vacuna preparada con virus de la gripe inutilizados para provocarla. Al ser introducidos en el cuerpo provocan la respuesta del sistema inmunitario formándose anticuerpos contra el virus que nos protegerán frente a un contagio posterior.

En ocasiones, y pese a la vacunación, se contrae una gripe mucho más leve que la que se padecería en caso de no haberla recibido. Los efectos secundarios son muy escasos (dolor o picor en la zona de inoculación, fiebre, cansancio o dolor muscular durante unos días). En caso de que se presenten otros signos, debe consultarse al médico. Está contraindicada en ciertos pacientes que el médico señalará.

Estos virus causan la mayor cifra de absentismo laboral y escolar. No debemos apurar la recuperación para evitar recaídas de mayor gravedad. Piensa que dura un mínimo de una semana y, si te recuperas adecuadamente, quedarás inmunizado hasta el próximo invierno.

Los antibióticos no curan la gripe. Cuando acudimos al médico con síntomas de catarro es él quien diagnosticará si nuestra infección es vírica o bacteriana adaptando el tratamiento a tal circunstancia. En ocasiones, un proceso vírico inicial desemboca en otro bacteriano, lo que explica que el especialista no haya prescrito antibióticos en la primera visita pero sí en la segunda. No pienses que lo hace por otra causa.