Esta expresión la escuchan no solo los profesionales sanitarios, sino también cualquiera que hable con algún enfermo que lleva "mucho tiempo" (según dice él) acatarrado. El comentario generalizado es que los médicos ahora ya no recetan antibióticos y que por eso los catarros no se nos pasan nunca?Por supuesto, esta expresión es falsa y debemos entenderlo así. Recetan lo que los pacientes necesitan en cada momento, y aunque muchos no lo entiendan, ellos son muy capaces de diferenciar si hace falta o no tomarlos.

El consumo de estos fármacos se ha generalizado en la última década en los países desarrollados, constituyendo en la actualidad los segundos medicamentos más utilizados en España. Esta proliferación ha provocado un uso inadecuado en numerosas ocasiones en las que, además de innecesarios, resultan contraproducentes. No curan el catarro, ni la gripe, ni el resfriado producido por virus, pues sólo son activos frente a infecciones bacterianas. Si te los receta el médico, debes completar el tratamiento hasta su finalización, siguiendo las pautas marcadas por el especialista, ya que en caso contrario podrían generarse resistencias que harían inútiles posteriores tratamientos.

Con la administración de un antibiótico se pretende destruir a las bacterias causantes de una infección, que se defienden usando mecanismos que las hagan resistentes. De esa manera, algunas serán destruidas, pero otras conseguirán sobrevivir creando nuevas poblaciones a las que ese fármaco ya no afectará; así se produce una resistencia bacteriana. Por un proceso natural de selección, las nuevas bacterias dejan de ser sensibles al antibiótico usado, apareciendo colonias resistentes más patógenas que las originales. Consiguientemente, se hace necesario emplear un antibiótico diferente y más potente para lograr su destrucción, pudiendo llegarse incluso a un escenario en que resultara factible la inexistencia del adecuado para acabar con ellas, aumentando de ese modo las posibilidades de contagio a la población general y de aparición de complicaciones graves en el propio enfermo. Los principales factores que favorecen la aparición de resistencias son:

-La automedicación: el propio enfermo decide tomar el antibiótico que en su día le había prescrito el especialista porque los síntomas actuales son parecidos a los de entonces. Casi un 50% de pacientes se automedica usando envases sobrantes de tratamientos anteriores.

-El incumplimiento terapéutico: se produce no sólo con la suspensión total tras la desaparición de los síntomas y mejora del estado general, sino también mediante una administración irregular que ignore las dosis pautadas. Es imprescindible mantener una determinada concentración del antibiótico en sangre, lo que sólo se conseguirá respetando el horario y la dosificación establecidos.

-La prevalencia de enfermedades infecciosas en determinadas áreas geográficas.

-El abuso en la prescripción de antibióticos y su dispensación sin receta.

-El consumo de antibióticos en veterinaria: los animales cuya carne o productos derivados consumimos también están tratados. Si ese tratamiento se hace de manera indiscriminada, el consumo posterior del producto animal provoca la transmisión a los humanos.

-La eliminación incontrolada al ambiente de envases con restos de antibióticos o con ellos caducados que pasan a la cadena trófica. Deben ser depositados en los puntos Sigre de las farmacias.

Un consumo racional de antibióticos debería seguir las siguientes pautas:

-Acudir al médico para que realice el diagnóstico correcto e indique el tratamiento a seguir.

-Comprar antibióticos sólo con receta y tras la recomendación específica del médico.

-No solicitarlos en la farmacia a partir de recetas o envases anteriores.

-Seguir la pauta establecida por el médico en cuanto a dosis y horario.

-Elegir el horario que mejor se adapte a nuestras circunstancias para poder cumplirlo. Si es una única dosis diaria, debe tomarse siempre a la misma hora.

-Continuar el tratamiento hasta el final, aunque se perciba mejoría en el estado general de salud. Es necesario completar el ciclo pautado.

Es importante realizar un consumo responsable, comenzando por la educación sanitaria de los más pequeños para lograr un uso racional de los medicamentos, y especialmente de los antibióticos. Cuando nos oyen decir que el médico debería darnos un antibiótico o que ellos mismos lo necesitan, provocamos una reacción negativa en sus planteamientos ante las decisiones médicas que les afectará cuando sean adultos.