Goya. Ganar sería un sueño pero tengo un 1% de posibilidades. Lo dijo Yola Berrocal cuando fue preseleccionada como actriz de reparto para los Goya. Su problema es que optaba por otra cinta y que en los premios del cine español no aceptan las versiones, porque si llega a presentar su reinterpretación de la niña del exorcista en el Hotel Glam aquel, Pocholo a un flanco, al otro el peluquero de Karina, nadie sabe qué habría pasado. Hay papeles y papeles, actuaciones y actuaciones y actrices y actrices. Estas puede que no sean de alfombra roja -y por eso a la amiga de Yola la echaron de la de los Óscar de Hollywood- pero son puro método, puro Stanislavski. Por ejemplo, estos realities que son cantera misma. De ahí emergió Míriam Saavedra, reina de los culebrones domésticos. La emergente ahora es Marichús Ruiz, que en su curriculum incluye actriz junto a modelo, por sus antiguos paseos por la feria y sus pucheros a cámara como aval. Claro que también su churri, Julio Ruz, ese fascinante personaje que es como un marciano entre lunáticos, se declara multiempresario. Y se ve que nada.

Novia a la fuga. Si somos fieles al guión, Julia Roberts había plantado cuatro novios en el altar cuando llegó Richard Gere en Novia a la fuga. Pero, con la mitad de la película, a mami ya le vale. Isabel, mami, ha aclarado que si Tamara, que es un amor, está sola, es porque quiere. Que dos veces, dos, dijo que no. Casi como Julia. Lo que les pasa a los reporteros del corazón es que se les hace raro que las Preysler anden desparejadas, porque les tienen mal acostumbrados a acompañantes de relumbrón: que si un cantante universal, que si un aristócrata, que si un político, que si un Nobel... Mami ha sido siempre muy de casarse. Ahora anda haciéndose la remolona. Por eso a Tamara, que es una mini Isabel, la ven a su imagen y semejanza. Y no paran de relacionarla con famosos, políticos, etc. Con Nobeles no, porque tampoco abundan tanto y Tamara, para leer, es más de sagradas escrituras. O sea, cuché, como un marciano entre lunáticos, se declara multiempresario. Y se ve que nada

Otra dimensión. Es peliagudo, delicado, puede herir sensibilidades como las de Ana Rosa, que vio un edredoning y se le destensó un hilo. Pero ahí está el debate, quién iba a decirlo, un país entero a vueltas sobre el tamaño. El tamaño del objeto. El sujeto es Antonio Tejado, el sobrino de María del Monte, el ex de Chayo. Lo cantaba Javier Krahe. Un burdo rumor, pero estos son menos sutiles con la semántica. Las dimensiones, a la palestra. Han salido medias, por razas, nacionalidades, etc, a relucir. Los científicos dicen que son mitos, lo del récord africano y todo eso, que la mayoría, españolitos incluidos, son más o menos. Y lo de Tejado, si acaso, otra dimensión.

Bebés. ¿Cómo pueden seguir ahí, tan tranquilos? ¿Cómo puede seguir la Tierra rotando sobre su eje? Se tambalean los cimientos de la civilización occidental. Oriana Marzoli ("macarroncia") se ha enfurruñado con Aless Gibaja ("hola, bebés") y ya no son megasuperamiguis y ya no suben stories juntos. Tomen la parte por el todo, las palabras que iluminaron, las frases que les identifican; la imagen, la melena peliteñida de uno y otra, y saquen conclusiones: se tambalean los cimientos. Son tiempos líquidos, también en las redes. Laura Escanes, la mujer de Risto, ha anunciado por su parte el advenimiento de una nueva era: ya no retoca sus fotos, renuncia a los filtros. Lo dicho.

'Home'. Se mudan. Por motivos bien diferentes. No mezclemos churras con merinas. María Teresa Campos, finalmente, después de tantos dimes y diretes, deja su mansión -porque aquello era una mansión, todos lo vimos en el reality, con sus alas norte y sur y su piscina climatizada- y se traslada a otra casa, casoplón pero menos, con Edmundo. Les han pillado estos días entre antigüedades. No sean suspicaces. Subastan los enseres que no les terminan de encajar en el nuevo chalé, no sé, los jarrones chinos, los mueblecillos lacados de hace un montón de siglos, el clavicordio... ¿Quién no tiene un clavicordio en la cocina o en el baño? Además, Bigote es cantor, recuerden. Imaginen qué escena. Toño se muda también. A la fuerza. Se ve que por lo del lío aquel, el juicio que perdió con Belén Esteban y todo lo que le dejó a deber, una pila de dinero, la casa sale a subasta. Igual se la queda ella, Belén. La del ex mánager no es la mansión de Teresa Campos, ni de lejos, pero sí un chaletazo de los buenos buenos. Lo que no tiene es clavicordio.