Son muchos los alimentos que pueden ser conservados enlatados manteniendo sus propiedades nutricionales, lo que resulta muy útil. Debemos olvidarnos de los prejuicios que sobre ellos nos han acompañado durante demasiados años porque su mala fama no es merecida. Aunque son numerosos los que encontramos en el mercado, frutas, verduras y hortalizas destacan especialmente y resultan muy versátiles. Podemos usarlas como primer plato ligero y vegetal, guarnición de carne y pescado o un delicioso y refrescante postre. Sería recomendable que mantengas en tu despensa un stock de este tipo de conservas y las utilices en el momento en que las necesites.

El sistema de envasado (en latas) se inventó hace más de 200 años, pues su resistencia y seguridad frente a elementos externos (como los microorganismos o la luz) permitía que mantuvieran su contenido en perfecto estado durante años. Su utilización ha ido aumentando exponencialmente y cada vez son más los alimentos que puedes encontrar enlatados en perfectas condiciones.

La técnica de elaboración ha evolucionado mejorando sus características físico-químicas y haciéndolas cada vez más ligeras y cómodas para los usuarios. Se han eliminado problemas del pasado (como la aparición de toxinas en los alimentos) e incrementado los períodos de validez de consumo de los enlatados. Además, los revestimientos específicos de las latas evitan la oxidación y pérdida de propiedades nutricionales de los elaborados.

La evolución de las técnicas de fabricación ha favorecido su utilización, diversificación y distribución. Con este sistema se envasan muchos alimentos, entre los que destacarían: frutas, hortalizas, legumbres, pescado, marisco, productos cárnicos, aceites, encurtidos, platos preparados, etc... Mira en tu despensa y verás la cantidad de latas que tienes en ella (aceitunas, atún, sardinas, guisantes, alcachofas, paté, etc...).

Está tan extendido el procedimiento que se ha hecho habitual la elaboración de conservas caseras (como mermeladas, por ejemplo) en la época en que el alimento está en sazón y es abundante (para poder consumirlo a lo largo de todo el año). Se emplean envases de cristal, normalmente reutilizados, en los que se introduce el alimento que deseamos conservar. Debe someterse a un sistema de eliminación de microorganismos utilizando agua hervida y consumirlo durante el año en el que se ha elaborado.

Destacaría que las procedentes de la industria, aunque las caseras también lo presentan, suelen contener elementos conservantes que deben ser tenidos en cuenta. Se utilizan compuestos permitidos por los organismos sanitarios pertinentes, por lo que no son nocivos para la salud. Además, es habitual el azúcar presente en las frutas en almíbar o la sal en las aceitunas, entre otros, lo que debe ser tenido en cuenta a la hora de consumirlos. Lo recomendable para todos los grupos de población es eliminar el líquido acompañante y enjuagar con abundante agua el alimento antes de su consumo. Esta actitud resulta imprescindible si se trata de niños y para quienes padecen problemas cardiovasculares, retención de líquidos, exceso de peso, etc.

De manera general, las latas de conserva son de acero, aunque se usan otros materiales como el aluminio (especialmente en platos precocinados), que es también totalmente reciclable. No podemos olvidarnos del vidrio, un elemento fundamental en las conservas elaboradas tanto en las fábricas como en nuestra propia casa. Todos estos componentes (cristal, acero y aluminio) son materiales que no pierden sus propiedades y pueden reciclarse tantas veces como se desee.

Para que el ciclo se complete de manera idónea, los envases deben depositarse en el contenedor adecuado: amarillo para las latas y verde para el cristal. Así podrán ser reciclados y recuperados en los lugares especialmente habilitados para ello (acerías y fundiciones en el caso de los metales). La ventaja es que el reciclado evita el uso de nuevas materias primas y energía, reduciendo las emisiones de gases causantes del efecto invernadero.

Constituyen un recurso ideal para incluir las verduras y hortalizas en tu menú diario. Es muy fácil preparar unas judías con unas patatas cocidas, una menestra de verduras, guisantes con jamón, habas como guarnición, etc... Puedes guardar un pequeño stock en tu despensa y reponer lo que hayas utilizado para tener siempre todo lo necesario. Lo recomendable es que, como ya están cocinadas, evitemos el exceso de calor tanto en tiempo como en temperatura para evitar innecesarias pérdidas de nutrientes.