La Inteligencia Artificial (IA) es una realidad que se va consolidando paso a paso en las organizaciones sanitarias, si bien su incorporación al sistema de salud representa un importante reto. Su contribución a la mejora de la gestión, por un lado, y su utilidad como herramienta de ayuda al profesional en el diagnóstico y tratamiento, por otro, la han convertido en una prioridad en el entorno de la transformación digital sanitaria. De hecho, el 95% de las empresas españolas consideran que la IA les permitirá optimizar sus operaciones.

"La IA es una herramienta esencial para procesar datos de información sanitaria, mejorar diagnósticos y tratamientos, reducir costes, anticipar episodios con alertas inteligentes, optimizar recursos, realizar una medicina personalizada y permitir que el profesional disponga del conocimiento preciso en el momento concreto que lo necesite": así se ha puesto de manifiesto durante el II Foro IDIálogoS, organizado por el Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación IDIS), tal como ha resumido Fernando Mugarza, director de Desarrollo Corporativo y Comunicación del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación IDIS) y moderador de la sesión.

La IA es una herramienta que imita las funciones cognitivas humanas y es capaz interpretar grandes volúmenes de datos externos, aprender de ellos mediante algoritmos matemáticos, y utilizarlos para dar soluciones. Parece un tema complejo pero, sin embargo, ya forma parte de nuestro día a día.

La potencia de la inteligencia artificial supera en algunos aspectos la capacidad de los humanos. Sin embargo, tal como ha quedado patente en el debate, existe una clarísima necesidad de "hacer equipo con la inteligencia artificial", ya que a pesar de todo lo que puede aportar en cuanto a reconocimiento de patrones, es incapaz aún de responder ante situaciones de incertidumbre para las que no ha sido diseñada de manera específica.

Las herramientas de inteligencia artificial pueden obtener su aprendizaje de diversas formas. Una de las más comunes es el procesamiento de imágenes o audios, lo que significa que almacenan la información y recuerdan cómo han actuado con esa imagen o audio concreto y qué errores cometieron. Así, en caso de que la situación se repita, actuarán correctamente.

Este proceso es similar para todas las herramientas, por ejemplo, las que deben comprender el lenguaje natural puede que en principio no entiendan a determinadas personas, pero en poco tiempo son capaces de reconocer distintos timbres, acentos, palabras más difíciles de pronunciar, etc. Lo mismo ocurre con las que procesan la información genómica o las que tienen sensores, ya que van corrigiendo los errores que cometen con la información que reciben a través de ellos. En definitiva, las herramientas de inteligencia artificial trabajan con bases de datos donde almacenan cantidades ingentes de información que les sirven para no reiterarse en sus fallos y progresar continuamente.

Tal como se ha puesto de manifiesto durante la jornada, la inteligencia artificial puede prestar un gran servicio a la sanidad, por lo que no debería retrasarse su incorporación a las instituciones sanitarias públicas y privadas. Los expertos reunidos en el Foro IDIálogoS han convenido que es necesario, por un lado, el compromiso de las Administraciones para liderar un área de futuro clave para el desarrollo y, por otro, que resulta fundamental compartir conocimiento entre sectores para avanzar más rápidamente: en lugar de arrancar permanentemente proyectos que otros están desarrollando de manera similar, sería más eficaz unir esfuerzos, aprovechando recursos.

Por ello, según las conclusiones del encuentro, además de la comunicación entre sectores y del establecimiento de sinergias, dentro del propio entorno sanitario debería establecerse un trasvase de información entre todos los centros que trabajen con ella para aprender unos de otros, conocer resultados y para que los menos receptivos puedan observar la gran utilidad de la inteligencia artificial en la medicina.