Reconocido en 1997 con el Premio Nacional de Arquitectura por el Museo de Bellas Artes de A Coruña, Manuel Gallego Jorreto vuelve a ser distinguido con este galardón, en esta ocasión por sus más de 50 años de trayectoria. El Ministerio de Fomento premia al autor de proyectos como el complejo Monte Pío -residencia oficial del presidente de la Xunta-, el mercado coruñés de Santa Lucía o el Museo de las Peregrinaciones en Santiago por "una arquitectura comprometida con su Galicia natal y caracterizada por un diálogo honesto entre los materiales tradicionales, los oficios y la modernidad". El jurado destaca además que Jorreto -nacido en O Carballiño pero afincado desde hace años en A Coruña, donde da clases en la universidad- es un "profeta en su tierra", donde ha desarrollado una arquitectura que va "desde viviendas unifamiliares en pequeñas localidades" hasta "proyectos emblemáticos".

- ¿Qué se siente al repetir y recibir por segunda vez este galardón?

-No es exactamente repetir porque el anterior era a una obra de arquitectura y este es a la trayectoria, pero se siente una gran satisfacción, como cuando a uno le hacen un regalo, esa es la sensación que tengo, que me han hecho un regalo.

- El jurado valora su arquitectura "comprometida con Galicia", ¿se siente reflejado?

-Sí, comprometida con mi Galicia natal porque es la forma que tengo de expresar mi compromiso con la humanidad, con todos los seres vivos y con toda la gente. Mi compromiso es con el habitante de la casa, con el usuario de la arquitectura y en Galicia es con el usuario de aquí y con el paisaje de aquí, con mi tierra.

- Entonces, ¿varía la labor del arquitecto en función de la zona en la que trabaje?

-La función del arquitecto es la de resolver problemas para que la gente viva mejor.

- ¿Pero no es lo mismo diseñar un proyecto aquí que en el Mediterráneo?

-No. Varía pero no solo por el paisaje sino por la cultura, por la historia, por lo que somos. Cada uno es el sitio en el que está, cómo está y cada uno modifica el sitio en el que está. Es la relación entre ambos lo que hace que nuestra vida exista como es. El compromiso al que yo me refiero es el compromiso de valorar dentro de la arquitectura que lo más importante es el destino que se le da a los temas para que hagan la vida mejor a la personas.

- ¿Esa es la función de la arquitectura?

-Es la que yo creo que debe tener.

- Siempre se destacan dos obras suyas, el Museo de Bellas Artes de A Coruña y Monte Pío, ¿para usted son también las obras clave de su trayectoria?

-Son las más conocidas porque a una le dieron el premio de la arquitectura española y la otra responde a un tema muy conocido. Pero para mí son obras de arquitectura todas ellas, en todas mis obras quise hacer algo, unas veces salió y otras no.

- Si tuviera que destacar una...

-No quiero destacar ninguna porque muchas obras ya están vivas en las anteriores, hay asuntos que aparecen en una obra actual y vienen de otro lado, modificados, alterados como ocurre con otras cosas de la vida que se mezclan.

- ¿Cómo ha cambiado la arquitectura desde sus inicios?

-Cambió mucho, cambió casi radicalmente. No tanto tecnológicamente, pero cambiaron los modos de vida, la composición familiar, la economía, la relación de la sociedad con el país, cambió casi todo. Muy lentamente para que no nos demos cuenta, cuando lo nuevo entra dentro de lo normal, pero cambió.

- ¿Qué prima ahora? ¿Lo espectacular, que un proyecto sea llamativo?

-Sí, esto ya viene de atrás, de hace 20 o 30 años, pero es difícil simplificar porque al final decir eso parece que descalificas toda la arquitectura y no descalificas nada. Pero la realidad es que la arquitectura cambió.

- ¿La sociedad valora realmente la arquitectura?

-No y cada día se valora menos. La impresión que tengo es que la valoración cultural de la arquitectura como elemento importantísimo en dignificar la vida no se contempla para nada. Se contempla como construcción, como negocio, como decorado, pero nada más.

- Lleva años vinculado a A Coruña, ¿cómo ve el urbanismo de la ciudad?

-La ciudad está en un momento delicado y oportunísimo. Un momento que puede ser crucial por el cambio que significa la aceptación de la ciudad como región urbana, por lo que significa su relación con el mar, y por lo que significa la necesidad de actualizar la ciudad, de dar el cambio radical de que la ciudad no es solamente un tema municipal, es un tema de área metropolitana, comarcal. Todo eso son situaciones que, a mi juicio, ya no permiten más retraso. Hay que enfrentarse a ellas.