El papa Francisco abrió ayer la cumbre mundial de obispos para atajar los casos de pederastia por parte de sacerdotes con una exigencia de "medidas concretas y efectivas" contra este tipo de delitos a los representantes de todas las conferencias episcopales reunidos desde ayer y durante tres días en el Vaticano.

"El pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no simples y obvias condenas, sino medidas concretas y efectivas", afirmó el Papa en su discurso de apertura ante los 190 representantes de la jerarquía eclesial. "Se necesita concreción", remarcó. "Ante el flagelo del abuso sexual perpetrado por los hombres de la Iglesia contra los menores, pensé en consultarme con ustedes, patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos, superiores religiosos y responsables, para que juntos (...) podamos escuchar el grito de los pequeños que piden justicia", comenzó Francisco su discurso. El pontífice subrayó a los presentes que "sobre este encuentro pesa la responsabilidad pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda sobre cómo enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y la humanidad".

El papa adelantó que se entregará a los participantes, entre ellos 114 representantes de las Conferencias episcopales, unas "líneas-guías" (21 propuestas para atajar los abusos) para ayudar a reflexionar y que serán "un simple punto de partida". Entre ellas se encuentra elevar a los 16 años la edad mínima para que las mujeres puedan contraer matrimonio, que ahora mismo está en 14 años en el Derecho Canónico. Para los hombres es de 16 años.

Francisco pidió que el Espíritu Santo ayude en estos días a la Iglesia a "transformar este mal en una oportunidad para tomar conciencia y purificación". Y rogó a la Virgen María que ilumine a la Iglesia para "intentar curar las graves heridas causadas por el escándalo de la pederastiatanto a los pequeños como a los creyentes".

La reunión comenzó con las palabras de una víctima leídas por uno de los miembros del comité organizador y experto en la lucha contra los abusos el sacerdote Hans Zollner: "Ni mis padres, ni las autoridades eclesiásticas oyeron mi llanto. Y me pregunto: ¿Por qué tampoco Dios lo oyó?". Los temas centrales del encuentro serán determinar la responsabilidad de los obispos, la rendición de cuentas, la mejora de los procedimientos y la transparencia.

Antes del discurso del Papa, en su encuentro con los medios, el arzobispo de Malta, Charles Scicluna, secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y uno de los organizadores de la cumbre, subrayó que la Iglesia no tiene medidas coercitivas para encarar los abusos sexuales y por eso considera fundamental la colaboración de la justicia ordinaria. "No tenemos medidas coercitivas. No es que tengamos nostalgia de los métodos de la inquisición, pero la jurisdicción del Estado es esencial", señaló.

Scicluna apuntó que las autoridades civiles tienen "métodos de coerción y un modus operandi distinto a la hora de hablar de afrontar los delitos mala conducta". "En los casos de pornografía no tenemos los medios de investigación necesarios para ver si un individuo es un pastor adecuado", añadió. Scicluna manifiesto que los obispos "no deberían actuar solos" al encarar estos casos sino "en comunión". El hombre del Papa para luchar contra la pederastia indicó que la Iglesia debe poner en práctica una "cultura de la información" frente a la cultura del encubrimiento y del silencio que "sigue existiendo".

Por su parte el moderador de la cumbre, el sacerdote jesuita Federico Lombardi, ex portavoz de la Santa Sede, explicó que se sentirá satisfecho con el resultado de esta reunión convocada por Francisco si significa un paso adelante en el cambio cultural que se necesita. "Estaré satisfecho si este encuentro, por la voluntad de Dios, significa un gran paso adelante en el cambio cultural que se requiere para responder al abuso sexual de menores".

Lombardi, presidente de la Fundación Ratzinger, asegura que "probablemente de este encuentro nacerán nuevas normas y se cumplirán aspectos que aún no están completamente claros de las normas vigentes, pero lo más importante es el cambio en el corazón, para poner siempre en primer plano la protección de los menores, no solo de la Iglesia, sino del mundo entero".