Voluntaria desde hace años de Tierra de Hombres y madre de dos niñas que nacieron con algunas dificultades de salud, Isabel Crespo reconoce que siempre estuvo muy "sensibilizada" con poder ayudar a menores que no tienen las mismas oportunidades para sanarse que sus hijas. "El hecho de que aquí tengamos tan fácil que te curen o te traten cualquier enfermedad y el saber que si mis hijas llegan a nacer en otro sitio no podrían venir aquí a curarse hace que tenga cierta obligación moral de devolver un poco el hecho de tener las cosas tan fáciles aquí", explica esta vecina de Betanzos que desde enero acoge a Fatimatou, quien se operó de una cardiopatía en el Materno en enero.

Es la segunda vez que acoge a un los niños tratados en Galicia —la primera vez fue a un bebé de ocho meses que estuvo otro medio año con ellos— y asegura que es una experiencia muy positiva, en donde "el niño aprende cosas y tú también te sorprendes con ellos".

En su caso, Fatimatou descubrió el mar gracias a su traslado a A Coruña para la operación —que se realizó mediante cateterismo y de la que ya está prácticamente recuperada— "y nosotros el cuidado que ella tiene con el agua". "Le dejábamos un vasito con agua para lavarse los dientes y ella usaba una poca para aclararse y el resto para lavarse la cara", explica Crespo, quien admite también "la amistad sin condiciones" que han desarrollado en tan poco tiempo su hija pequeña y Fatimatou. "La llegada es dura, los primeros días están tristes pero enseguida se adaptan", indica esta madre de acogida que se muestra muy contenta con los avances de la pequeña. "Cuando llegó se fatigaba mucho y ahora cada día está mejor", sostiene.