Al grito de "revolta feministafeminista" en cada una de las manifestaciones, miles de gallegos, fundamentalmene mujeres, tomaron ayer las calles de las ciudades y principales villas de la comunidad para reclamar una sociedad igualitaria, más justa, la erradicación de la violencia de género y el fin del patriarcado o de la brecha salarial. Fue una movilización masiva, tanto o más que la registrada el pasado año en el 8 de marzo, que ya entonces fue calificada de histórica. Los actos centrales recayeron en las manifestaciones convocadas al caer la tarde, pero durante el día se sucedieron las acciones reivindicativas en instituciones, universidades, empresas y también en las mismas calles. A ellos se sumó además una huelga, la segunda consecutiva, a la que estaban llamadas la mujeres.

La escenografía poco cambiaba de un lugar a otro, pues la demanda es la misma. Cánticos reivindicativos, pancartas, tambores y el color morado como señal de identidad. Pero no había solo mujeres de toda edad y condición, sino también hombres y niños.

En A Coruña, la manifestación arrancó al filo de las 19.40 horas desde un Cantón Grande abarrotado en el que no cabía un alma; tanto fue así que la marcha tuvo que modificar su recorrido hacia su destino en la Fábrica de Tabacos. Decenas de miles de personas, que según cálculos de la Policía Local alcanzarían las 40.000, acudieron a la convocatoria y colapsaron el punto de inicio de la manifestación, cuyo destino era la Fábrica de Tabacos (ver información más detallada en las páginas 3, 4 y 5).

La más numerosa de todas las movilizaciones de Galicia se registro, otra vez, en Vigo con 105.000 participantes, según los datos facilitados por la Policía Local.

Se comenzó a leer el manifiesto en Porta do Sol mientras la gente ocupaba varios kilómetros de las calles del centro de la ciudad.

"Soy mujer, soy capaz", "Ser feminista no es una opción, es una obligación", "No soy Siri hazlo tú solo" o "Iguales y libres" eran algunas de los lemas con que los participantes acudieron a la movilización de la ciudad olívica, entre los que estaban el alcalde, Abel Caballero, o la candidata del PP, Elena Muñoz.

"Hoy podemos decir que un año más, es una fecha histórica. Lejos de modas, continuamos y continuaremos en las calles: no tiene vuelta atrás", arrancaba de esta manera el manifiesto leído en Vigo, con miles de gargantas coreando y aplaudiendo cada frase. "Si nosotros paramos, el mundo para. Cuando la injusticia es ley, la revuelta feminista es una obligación". Más aplausos y más gritos.

Y miles de personas esperando en las calles adyacentes sin poder acceder a Porta do Sol. Batucadas en los alrededores, música y algo de fiesta también porque no está reñido con la reivindicación. "Manolo, hazte la cena solo", "Machete contra el machote", "Feminismo galego en pé". Las pancartas se suceden con más o menos intención, pero con el mismo fin.

El manifiesto reclama una plan integral de lucha contra la violencia de género dotado de recursos económicos, más fondos para dependencia, una educación de calidad no sexista e igualitaria o el fin del trato discriminatorio en el ámbito laboral, de la brecha salarial, de la permisividad con la trata de blancas o de las agresiones sexuales.

No tan numerosas como las de A Coruña y Vigo, pero las movilizaciones se extendieron por toda Galicia, con 40.000 participantes en A Coruña, 15.000 en Ferrol, 10.000 en Santiago o miles también -aunque sin precisar-, en Ourense, Lugo, Ferrol, Pontevedra, Vilagarcía, Bueu, Carballo, Marín, O Carballiño, Vilalba...

En los actos del 8-M también participó el Gobierno gallego con una concentración al mediodía ante la sede de la Xunta en la que estuvieron el presidente Feijóo con los conselleiros y una nutrida presencia de altos cargos. En una declaración institucional reivindicó su "firme compromiso en seguir trabajando para que la igualdad entre mujeres y hombres sea real y efectiva" y reclamó un "consenso institucional, político y social" para alcanzar acuerdos que permitan conseguir la igualdad. La secretaria xeral de Igualdade, Susana López Abella, leyó la intervención en la que lamentó la existente "realidad desigual", no solo en las retribuciones salariales, sino también en la promoción profesional, en el acceso a sectores y ámbitos aún "fuertemente masculinizados", así como en la presencia en las esferas de decisión.

"La incorporación de las mujeres al mercado laboral, la permanencia en el empleo y sus condiciones de trabajo aún están lejos de producirse en condiciones de igualdad", aseguró la secretaria xeral de Igualdade, por lo que añadió que es necesario "trabajar en favor de un cambio cultural y de valores" para modificar la "persistencia de los estereotipos de género".

Y si hay una causa que impide la plena igualdad en el trabajo, comentó López Abella, es el desequilibrio en el reparto de las tareas domésticas y de cuidados en el hogar. Este reparto asimétrico de responsabilidades "constituye uno de los principales obstáculos para que la participación, la permanencia y la promoción de las mujeres en la esfera laboral se produzca de forma plena", censuró la Xunta en su declaración institucional.

La segunda huelga feminista convocada con motivo del 8 de marzo volvió a hacerse sentir sobre la economía gallega, pero no la frenó. Su impacto generó consecuencias antagónicas según las visiones de patronal y sindicatos, pero más allá del impacto cuantitativo, las protestas para exigir igualdad plena entre hombres y mujeres ralentizaron la actividad de ayer en empresas, administración y calles. El calado de una protesta de nuevo multitudinaria, con huelga y manifestaciones distribuidas por toda la comunidad, evidenciaron el calado de la reivindicación. Lejos de ser efímero el movimiento surgido el año pasado para intensificar la lucha por la igualdad, este se ha consolidado y sumado a todas las edades. En protestas como la de Santiago al mediodía el protagonismo, de hecho, correspondió a las estudiantes.

CIG, CCOO y UGT celebraron la "participación masiva" en la huelga. La central nacionalista amplió ese impacto a la administración autonómica, asegurando que en la sanidad se habían cumplido tan solo los servicios mínimos, aunque denunciando que la Xunta había impuesto unos "servicios máximos" que dificultaba el seguimiento del paro. De media, situaron el apoyo a la protesta en el 50% de la administración general, 20 puntos menos que su estimación del año pasado.

Los datos de la administración contradijeron esa versión. La Xunta cifró en un 11,27% ese impacto, casi siete puntos menos que el año pasado. En el caso de la educación, lo situó en el 9,55%, por un 10,1% en sanidad y un 18% en justicia.