Brenton Tarrant, de 28 años, habla a cámara antes de bajarse de su coche y abrir fuego indiscriminado en la mezquita Al Noor de Christchurch, en Nueva Zelanda. Mató a 41 personas y sus seguidores en redes sociales pudieron verlo. El terrorista retransmitió la barbarie en directo en Twitter, Facebook, Youtube e Instagram. Pasó media hora hasta que las tecnológicas eliminaron el vídeo. Pero ya era tarde. Lo vieron 4.000 personas sólo en Facebook. Las redes sociales no consiguieron detener la emisión antes de su propagación. No pueden con un terrorismo diseñado para hacerse viral.

Unas 200 personas vieron el vídeo en directo y nadie lo denunció. Esta es la justificación de Chris Sonderby, vicepresidente de Integridad y miembro del Consejo General de Facebook, para justificar por qué la red social tardó tanto en detener la difusión del vídeo. La primera denuncia por parte de un usuario llegó 29 minutos después del inicio de la emisión; 12 después de que ya terminase. Esto les permitió a los terroristas dar el salto a canales como 4chan y Reddit (redes de distribución de enlaces donde los bulos y el contenido ilegal corren como la pólvora). Facebook asegura que en las 24 horas posteriores al acto terrorista eliminó más de 1,5 millones de vídeos relacionados con el ataque en todo el mundo. Por otro lado, detuvo la subida de otros 1,2 millones, por lo que el usuario no llegó a verlos. Además, eliminaron los perfiles de los terroristas y aseguran trabajar contra reloj para prevenir otro acto de este tipo.

La ofensiva de los terroristas para propagar su mensaje fue brutal. En Youtube cada minuto aparecía un nuevo vídeo de la masacre. El equipo de Google destinado a supervisar contenidos se pasó la noche del jueves al viernes en San Francisco identificando y quitando de la web decenas de miles de vídeos del atentado.

Al final, tomaron la decisión -"sin precedentes", según la compañía- de eliminar de forma automática y sin supervisión humana todo el contenido relacionado. "Esta es una matanza que fue casi diseñada para hacerla viral", explicó el director de producto de Youtube, Neal Mohan, al diario The Washington Post. Aun queda "mucho trabajo por delante", reconoce.

El terrorismo de hoy en día es viral. Se sirve de las redes sociales (y de sus algoritmos) para propagarse rápidamente y haciendo el mayor ruido posible. Esto no les resulta difícil. Conocen los entresijos del algoritmo. Saben que las redes muestran a más gente aquellas publicaciones con más número de "me gusta" y más compartidas. Por eso se arman con buen ejército de perfiles falsos comprados y entrenados para propagar el mensaje.

La primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, no ve suficientes las explicaciones de las tecnológicas sobre lo ocurrido. Algunas marcas, tanto locales como multinacionales, han retirado sus anuncios en redes sociales. Toca exigir más medidas para detener el escuadrón del terrorismo digital.