El arqueólogo gallego Marcos Martiñón, actualmente en la Universidad de Cambridge, ha hecho historia con un descubrimiento sobre los Guerreros de Terracota de Xian.

Han desmontado la hipótesis de que en China hace más de 2.000 años tenían una receta especial con cromo para preservar el bronce bajo tierra. ¿Cómo fueron los descubrimientos?

Al excavar estas armas hace 40 años, sorprendía su excelente estado de conservación. En los análisis químicos que se hicieron en los 70, vieron que había cromo en la superficie. Por eso, propusieron que los artesanos chinos habían desarrollado un tratamiento vanguardista anticorrosión empleando cromo. Nosotros analizamos si había cromo en las armas. Ahí vimos que el cromo estaba en algunas partes. Nos planteamos buscar de dónde procedía. Analizamos el suelo y como no tenía cromo descartamos que contaminase las armas con cromo. ¿Puede venir de la pigmentación con la que se pintaron los Guerreros? Miramos y no tenían cromo. Así fue como llegamos a la laca y vimos que tenía un montón de cromo.

Por lo que se entiende del artículo, esa laca cubría partes de madera de las armas.

Exactamente, fue un tratamiento para las partes de madera como los mangos de las herramientas, para hacerlas resistentes al agua. Lo que vimos es que se conservaron tan bien por un pH alcalino del suelo, lo que dificulta el filtrado de agua y oxigenación. Así es más difícil que los metales se corroan. Otro factor son los niveles de estaño en los bronces. En las hojas de las espadas, se pone más estaño para que el material sea más duro y se pueda afilar. Esas armas con más estaño son las más resistentes a la corrosión.

¿Cuándo fue la primera vez que vio los Guerreros de Xian en directo?

Si no recuerdo mal, la primera vez que los vi fue en el año 2006 cuando hice la primera visita en la universidad en la que estaba antes, la UCL, University College London, para empezar a discutir posibles proyectos de colaboración. Desde entonces, hemos seguido trabajando juntos en numerosos proyectos acerca de este yacimiento. Pero la conservación de las armas y el cromo era un enigma que, desde el principio, pusimos en nuestra agenda de preguntas que queríamos contestar. Es una de las preguntas que más tiempo nos ha llevado responder.

Más allá de lo científico, ¿qué recuerda del encuentro?

Pues... Déjame que me ponga en situación. Recuerdo fascinación por lo que los humanos son capaces de hacer cuando trabajan juntos. También recuerdo el privilegio de estar allí discutiendo proyectos y posibilidades para trabajar en ese yacimiento. Y también ver cómo se cumplía un sueño porque para cualquier arqueólogo trabajar en un proyecto así es un sueño.

En su caso, ¿cómo se enamoró de la arqueología?

Por una parte, me viene de padre, a pesar de que es médico de profesión, siempre le ha interesado mucho la historia, el arte y la arqueología. Por eso, de él, heredé ese interés por el pasado. Mi madre es una persona muy sociable y la arqueología te permite conocer mucha gente del presente, mis colaboradores, pero también adentrarme a conocer otras sociedades, otras personas que ya no están aquí. La arqueología me fascina porque permite combinar lo mejor de las ciencias y lo mejor de las humanidades.

Ahora mismo, ¿qué proyectos tiene entre manos?

Llevo muchos años trabajando con orfebrería precolombina y analizando cómo producían objetos líticos y textiles en sociedades precolombinas. Estoy trabajando mucho con el Museo del Oro de Bogotá. Estoy empezando un proyecto para comprender cómo sociedades sin jerarquías eran capaces de organizarse para producir artesanías. Estamos acostumbrados a las grandes construcciones de los antiguos imperios y estados faraónicos, pero en Colombia había sociedades sin reyes ni caciques ni faraones. Sin embargo, la gente era capaz de organizarse para desarrollar sofisticadas tecnologías y hacer impresionantes obras de arte.

También tiene un proyecto en Galicia

Sí, estoy trabajando con el Incipit, del CSIC, de Santiago, en un proyecto de investigación que dirige Lois Armada sobre los bronces prehistóricos de Galicia y otras regiones.

En concreto, ¿qué buscan en esos bronces?

Estudiamos un fenómeno particular que tiene lugar en toda la fachada atlántica: Galicia, la Bretaña francesa y sur de Gran Bretaña, donde encontramos depósitos de 20 o 50 hachas de bronce todas juntas y enterradas en un agujero. Estamos intentando entender cómo y por qué se fabricaban, de dónde sacaban los metales, qué tecnología utilizaban y por qué acumulaban esos materiales valiosos para después enterrarlos.

¿De qué hipótesis parten?

Hay interpretaciones de índole religiosa que señalan que pueden ser ofrendas a divinidades por motivos simbólicos para atraer el favor de lo divino. Otras explicaciones dicen que era un stock de un metalúrgico que nunca pudo volver.

¿Cómo vive el juego de tenis en el Parlamento británico con el Brexit ?

Con mucha tristeza porque, evidentemente, es una situación lamentable y vergonzosa pero sin perder el optimismo porque sin optimismo, la situación sería demasiado deprimente.

Cuando regresa a Galicia, ¿ve que se mejora en la conservación del patrimonio o no?

Llevo casi 20 años fuera de Galicia pero, cada vez que vuelvo, noto mejorías tanto en la conservación del patrimonio como en su estudio que cada vez es más riguroso y científico, así como la divulgación y concienciación social de que el patrimonio es una cosa de todos. Siempre se puede hacer más o mejor pero la arqueología que se hace en Galicia no tiene nada que envidiar a la que se hace internacionalmente. Desde Galicia, se pueden liderar proyectos internacionales.