Tras el cíborg Alita, que fusiona a la actriz real con imágenes creadas por ordenador, el desasosiego que generan los protagonistas de El planeta de los simios o la espectacularidad de las escenas de Los Vengadores y la última temporada de Juego de Tronos se encuentra la "magia" de la gallega Virginia Sotelo (Vilagarcía de Arousa, 1980), experta en efectos visuales en Weta Digital, la empresa cofundada por Peter Jackson en Wellington, la capital de Nueva Zelanda, y punta de lanza del sector en el mundo.

"Es un privilegio trabajar aquí. Mi primera película fue Mi amigo el gigante, dirigida por Spielberg y basada en un cuento de Roald Dahl. Me encantó por todas las expresiones faciales que desarrollamos para que el gigante sintiese pena o alegría. Un periódico local siempre se refiere a los empleados de Weta como magos y es que realmente los efectos visuales son mágicos. Dan alma y credibilidad a los personajes 3D. Es lo más bonito de esto y resulta increíble lo que se puede llegar a conseguir. Nos han preguntado muchas veces si entrenamos a los monos de El planeta de los simios. La gente piensa que son reales", revela entre risas.

Virginia es una profesional forjada a sí misma. Decidió estudiar Bellas Artes en Pontevedra tras dos años en la unidad de zapadores del Ejército de Tierra, con misiones en Kosovo. Y empezó a formarse por su cuenta en animación tras su primera toma de contacto con estas técnicas durante un curso erasmus en Bélgica.

Ya titulada, siguió estudiando mientras trabajaba en el estudio compostelano Bren Entertaiment, donde participó en Copito de Nieve, y también cuando dio el salto a Axis Animation, con sede en Glasgow y uno de los cinco primeros estudios del mundo en crear efectos para tráilers y videojuegos. "En España no había muchas oportunidades por entonces y tuve que marcharme. En Reino Unido participé en lo tráilers de Dead Island 2 y Halo 3 y en la serie Doctor Who", apunta.

Durante unos años combinó su empleo con encargos de Reino Unido y Alemania. "Hacía animación al llegar a casa hasta las 12 de la noche y los fines de semana. Le puse mucho empeño y no me arrepiento. Si mi trayectoria hubiese sido otra, no le hubiese puesto tantas ganas a estudiar. Y lo bueno de salir de España, donde todavía hay mucha titulitis, es que te abre los ojos. Fuera hay más posibilidades de conseguir lo que quieres si le pones muchas ganas y entusiasmo. Mi padre, que es muy sabio, siempre dice que aproveche y viva ahora todo la que pueda".

Siguiendo esta máxima, Virginia decidió enviar su currículo a Weta durante una visita a Nueva Zelanda y en agosto de 2015 empezó a trabajar como motion editor. "Entrar es muy difícil, cada día llegan miles de solicitudes y mucha gente se queda en el camino, pero tuve muchísima suerte".

Las técnicas que utiliza permiten insuflar vida a personajes como el inolvidable Gollum fusionando la imagen digital con la del actor real. Y estos trucos requieren el trabajo de una gran cantidad de expertos. En la película Alita, ángel de combate, dirigida por Robert Rodríguez, el equipo de animación y motion editing alcanzaba el centenar de personas.

En Weta, la mayoría de empleados son extranjeros, entre ellos, españoles, canadienses y estadounidenses. Pero el país destaca por su carácter acogedor. "Los neozelandeses son muy agradables y siempre están sonrientes. Y la vida resulta muy sencilla. Tienes la ventaja de la ciudad y de vivir más en contacto con la naturaleza. Yo disfruto muchísimo de mi trabajo y cuando llego a casa me pongo a plantar judías o flores en mi jardín. Y te sientes feliz", celebra.

Una armonía que el 17 de marzo se vio alterada por el primer atentado terrorista en el país: "Nadie se lo esperaba y sigue habiendo muchas conmemoraciones por lo ocurrido. La primera ministra lo hizo muy bien, dejó claro que toda la gente que respete la tolerancia será siempre bienvenida".