Rosa Navarro Durán (Figueras, Gerona, 1947) se acaba de hacer con el premio de ensayo Jovellanos de este año por su trabajo Secretos a voces, un estudio que analiza "los datos ocultos" de textos literarios de los siglos XV y XVI en España. La filóloga y catedrática, recientemente jubilada, tiene a sus espaldas más de 50 años de trayectoria y decenas de libros de investigación publicados, con los que reveló, entre otros, el verdadero significado del Lazarillo de Tormes conocida históricamente como una novela picaresca y que, en realidad „o al menos según Navarro„, es una dura crítica contra los abusos de la Iglesia. "Es la primera obra clásica que habla, si lo interpretas bien, de la pederastia", sostiene.

¿Cómo podemos resumir Secretos a voces ?

Es una recopilación de ensayos e interpretaciones de textos literarios publicados en la segunda mitad del siglo XV y principios del XVI. Estas obras esconden verdades que hasta ahora nunca habían salido a la superficie y que yo, a través de un análisis filológico, he podido descifrar.

¿Por ejemplo?

Pues descubrí que la Égloga II de Garcilaso de la Vega habla de los duques de Alba. Me explico. En esa pieza se habla de dos personajes, de Albanio y de Camila, y hasta ahora nunca se había planteado la posibilidad de que fuesen gente real del entorno del autor. Yo en el ensayo aporto datos que prueban que ambos personajes son de los Alba, que era la familia que protegía al poeta.

¿Los lectores del siglo XV sí entendían ese tipo de referencias?

En esa época la escritura se compartía con manuscritos y eran pocos los que podían leerlos y menos los que tenían la formación suficiente para entender lo que decían. Pero yo estoy convencida de que muchos de estos datos sí que se comprendían y que por eso se difundieron tanto y llegaron hasta nosotros. Pongo otro ejemplo. En el trabajo también hablo de Rodrigo de Reinosa, un poeta del que a día de hoy se sabe bastante poco. Él escribió unas coplas muy importantes porque utilizaba la lengua de germanía, que es la jerga de prostitutas y rufianes. Fue el fundador de ese estilo. En ellas habla de una tal Catalina Torres Altas y cualquier lector en su sano juicio tiene que saber que ese nombre debe referirse a algo. Nadie se puede llamar así en la vida real. Caí en la cuenta de que habla de Isabel la Católica, que fue la nieta de Catalina de Lancaster y que nació en la villa histórica de Madrigal de las Altas Torres. Leer sobre una prostituta con ese nombre en aquella época era escandaloso.

Usted ya había defendido varias veces la capacidad investigadora de la filología.

¡Sí! Es que es imprescindible para poder entender de forma completa este tipo de textos. Yo soy una investigadora nata y una filóloga de alto riesgo. Eso hace que a veces me miren raro dentro del propio gremio, pero no me importa. Yo ahora estoy jubilada y puedo hacer lo que me apetezca. Descubrir este tipo de cosas me apasiona.

¿Entender el significado real de los clásicos podrá atraer a lectores más jóvenes? Los textos antiguos suelen tener fama de plomizos.

Pues no lo había pensado, pero tendría mucho sentido que así fuese. Cuando doy charlas en colegios e institutos y escucho a los alumnos hablar sobre mi adaptación del Don Quijote me alegro muchísimo. Yo adapté esa obra a tres niveles de edad distintos y veo que los jóvenes por fin entienden de qué va la historia. Don Quijote sigue siendo mi lectura favorita; la releo cada poco y siempre encuentro cosas nuevas. Supongo que si investigamos el contexto real del resto de clásicos puede pasar algo similar.

No es la primera vez que publica alguno de esos descubrimientos.

Ya, lo del Lazarillo. Hace ya un tiempo probé que el Lazarillo de Tormes, en realidad, no es una novela picaresca, sino una crítica a los clérigos y a la Iglesia. Yo lo doy por probado y no voy a pelear más para que el gremio lo acepte. Pero, vamos, que solo hay que echarle un vistazo al libro para darse cuenta de que el enfoque no es Lázaro, sino sus amos. El primero es un ciego que vive de oraciones en las que no cree y que golpea al joven. El segundo es un clérigo que casi mata de hambre al niño y que no es nada caritativo. El tercero es un escudero que, aunque no tiene nada, comparte todo lo que tiene con el protagonista. Después hay un fraile, que en la obra se da a entender que es un pederasta. Sería la primera obra que habla de un tema tan de actualidad ahora. Por eso estaba prohibido; los inquisidores no eran idiotas.

¿Estos avances se están incluyendo en los libros de texto?

En los que yo hago sí, pero en los demás no. Ese cambioexigiría una voluntad por parte de los propios filólogos que a día de hoy no existe. Es raro si lo comparas con la investigación en medicina, por ejemplo. Los avances en ese sector se toman en serio rápidamente porque hablan de la salud de la gente y porque a su alrededor hay un gran imperio económico. Leer las aventuras del Lazarillo como una crítica a la Iglesia y no como un pícaro gracioso, sin embargo, parece menos importante.