Desconcertante. Ni el papa Francisco en Trece, ni el presidente Pedro Sánchez en TVE. Así de mal está la televisión de la Iglesia y así de mal está Televisión Española. Así de mal está la Iglesia y así de mal está España.

Francisco es un líder político (jefe de Estado en el Vaticano) y religioso (jefe de la Iglesia Católica de eterna infalibilidad doctrinal garantizada por obra y gracia del Espíritu Santo). Hace unas semanas, Francisco concedió una entrevista en exclusiva a Salvados en laSexta. Eso está muy bien, pero dejó en mala situación la cadena Trece (de la que es superjefazo a través de los jefazos de la Conferencia Episcopal). Para compensar el favor regalado a la competencia, Francisco no concedió otra entrevista en exclusiva a Trece, que vio así mermada su audiencia, y, lo que es peor, la dejó vacía de contenido al confiar en otras manos esa labor de divulgación política y religiosa para la que fue concebida y que es su razón de ser.

Sánchez es un líder político (presidente del Gobierno en España con tan contrastada falibilidad doctrinal que su mandato nunca puede superar los cuatro años sin someterse al refrendo del pueblo soberano por obra y gracia de las leyes de los hombres). Ayer supimos que Sánchez asistirá a un debate electoral televisivo que retransmitirá Atresmedia a través de Antena 3 y laSexta. Eso está muy bien, pero deja en mala situación las cadenas de RTVE (de las que es superjefazo a través de los jefazos que pinten). Para compensar el favor regalado a la competencia, Sánchez no participará en otro debate electoral en RTVE, que verá así mermada su audiencia, y, lo que es peor, la dejará vacía de contenido al confiar en otras manos esa labor de divulgación política y social para la que fue concebida y que es su razón de ser.

Lo del Papa ya pasó. Ahora veremos cómo el actual presidente y candidato a futuro presidente contará lo que nos ofrece como gestor de la cosa pública (lo que incluye RTVE). Será en un único debate electoral televisado organizado por un conglomerado mediático privado. Que Dios se lo pague.