En torno al alzhéimer se están produciendo últimamente dos tipos de noticias, unas buenas y otras malas. Lo bueno es que cada vez se entienden mejor los procesos que llevan a la enfermedad, y lo malo es que los tratamientos que se están ensayando para frenarla fracasan. Dentro de las buenas noticias, un equipo de investigadores españoles y franceses ha descrito cómo cambia el cerebro décadas antes de los primeros síntomas del alzhéimer. Los científicos han constatado que en los afectados se produce una atrofia del hipocampo entre los 37 y los 39 años y de la amígdala entre los 40 y los 44 años.

La investigación, publicada en Scientific Reports por investigadores de la Universitat de València (UV), la Universitat Politècnica de València (UPV), el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (CNRS) y la Universidad de Burdeos, reafirma el consenso entre la comunidad científica en torno a que el comienzo de la enfermedad de Alzheimer es muy anterior a la aparición de los síntomas.

El equipo analizó más de 4.000 imágenes de resonancia magnética de cerebros sanos y enfermos, de sujetos con edades comprendidas entre los 9 meses y los 94 años de edad. Para ello utilizaron volBrain, una plataforma en línea gratuita desarrollada por el equipo de la UPV y el CNRS que permite un análisis automático, rápido y detallado del volumen de diferentes estructuras del cerebro.

En el estudio se evaluaron 2.944 resonancias de cerebros sanos, a partir de las cuales desarrollaron el modelo de la evolución "normal" de los volúmenes cerebrales a lo largo de la vida, y con otras 1.400 de pacientes de más de 55 años con alzhéimer, se construyó el modelo de los cerebros enfermos. "A partir de la comparación de ambos modelos, el estudio permitió constatar cuándo se producen esas primeras alteraciones en el cerebro", destaca José Vicente Manjón, de la UPV.

En el caso del hipocampo y la amígdala, el volumen disminuye, mientras que en el caso de los ventrículos laterales, el volumen aumenta en el modelo patológico entre los 39 y los 42 años.

En el hipocampo, la divergencia es detectable entre los 37 y los 39 años en función del deterioro cognitivo. Por su parte, la amígdala es la parte que experimenta cambios más grandes en proporción a su tamaño en el momento de divergencia entre los 40 y los 44 años. Según los autores de la investigación, esta desviación no es sorprendente, puesto que es la responsable de la degradación de la capacidad de procesamiento de la emoción, y probablemente está también relacionada con la pérdida de sentido del olfato, síntomas frecuentes en los pacientes que padecen alzhéimer.

El estudio "abre la puerta a estudiar el efecto de futuros fármacos en una fase preclínica, cuando la degradación del cerebro puede aún ser reversible", destaca José Vicente Manjón, de la UPV.

Preguntado por las conclusiones del estudio, el neurólogo gallego Manuel Arias recuerda que, aunque "es bueno que se descubran cosas, seguimos sin tener un tratamiento que detenga su evolución, ni mucho menos que la cure".

Como ejemplo apunta el reciente fracaso del Verubecestat, un fármaco que bloquea la producción de beta-amiloide, pero que no evitó la progresión clínica en un ensayo con pacientes con demencia leve a moderada debido al alzhéimer, como ha publicado el New England Journal of Medicine.

Arias recuerda que el alzhéimer se puede diagnosticar una década antes de que surjan los primeros síntomas de un deterioro cognitivo ligero, incluso en niños si se trata de formas familiares de la enfermedad. "El problema es la terapéutica", subraya. Solo cabría recomendar "evitar tóxicos, llevar una vida sana y hacer ejercicio físico e intelectual", afirma.

Algo más optimista se muestra José Carlos Rodríguez, presidente de la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer y otras demencias de Galicia (Afaga). "Saber que puedes desarrollar la enfermedad lo antes posible puede ser bueno para mejorar la reserva cognitiva, además de actuar sobre factores como la hipertensión y la diabetes", destaca. "En el hipocampo puedes trabajar mucho la memoria musical y abstracta para ayudarte a ralentizar el proceso".

Rodríguez subraya que ya se habla con naturalidad del "alzhéimer sin demencia", y es que la demencia "no es más que un síntoma, una fase de una enfermedad que comienza mucho antes", remarca.