"La piel tiene memoria". Esta es la máxima más recurrente en Dermatología. Y es cierto. Cualquier daño que sufra la piel, y muy especialmente durante la infancia y la adolescencia, queda grabado y muchas veces sus efectos se hacen visibles años después. Esto es lo que ocurre

con el melanoma, el cáncer de piel más agresivo y que más ha aumentado en los últimos cincuenta años en los países desarrollados. Su frecuencia creciente está directamente relacionada con la exposición solar por motivos estéticos o de ocio. Los dermatólogos matizan que no se trata de huir del sol, sino de disfrutar de él con seguridad. Para prevenir el melanoma, hay que protegerse de los rayos ultravioleta y no solo cuando se va a la playa, sino siempre que se esté al aire libre, especialmente a partir de primavera.

"El sol es solo uno y lo tenemos encima, estemos donde estemos. Aunque es cierto que la nieve y la arena de la playa reflejan más la radiación ultravioleta, el asfalto también lo hace, y si vamos al monte, por ejemplo, la radiación nos dará más por la altitud", explica la doctora Iria Montero, dermatóloga gallega y colaboradora del proyecto Convive con el sol de la Fundación Piel Sana de la Academia Española de Dermatología, un programa de foto educación infantil que se imparte en centros educativos. "El objetivo es que los niños interioricen desde muy pequeños la importancia del cuidado de la piel para que sea algo tan normal como cepillarse los dientes después de comer", explica. Pero para que esto sea efectivo, añade, es importante la implicación de los padres. "Si conseguimos concienciar y evitar alguna quemadura esta Semana Santa, ya habremos avanzado mucho", dice.

Las pautas para protegerse de forma efectiva del sol son muy sencillas: evitar la exposición en las horas centrales del día (entre las 12.00 y las 14.00 horas); beber mucha agua para evitar insolaciones; ponerse gorra; usar gafas de sol, ya que los rayos ultravioletas también afectan mucho

a la salud ocular; echarse una crema solar protectora adecuada al fototipo de piel de cada uno, y protegerse con ropa dependiendo de la hora. "Siguiendo estas recomendaciones, podemos disfrutar del sol sin ningún problema", afirma la especialista, quien agrega que hay que ser especialmente escrupulosos con estas medidas en el caso de los niños. "Cada vez que nos quemamos, hay un proceso en el que se pueden generar mutaciones, que la inmunidad va aguantando hasta cierto momento, en que empiezan a florecer, después de años. Los efectos de las quemaduras no aparecen ese verano ni al siguiente, sino 20 o 30 años después", advierte. La dermatóloga gallega recuerda que la crema ha de echarse 20 minutos antes de exponerse al sol porque este es el tiempo que tardan los filtros químicos en activarse. Además,la especialista insiste en que hay que ser generosos con la cantidad y repetirla operación cada dos horas o antes si el niño se ha bañado.