Es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente -la padecen unos 13.000 gallegos-, pero todavía es una gran desconocida para gran parte de la población. Con motivo del Día Mundial del Párkinson, que se conmemoró el pasado jueves, los expertos volvieron a incidir en los falsos mitos y estereotipos que persisten sobre esta dolencia. Ni es una patología exclusiva de personas mayores -uno de cada cinco afectados tiene menos de 50 años-, ni el temblor está siempre presente -un 30% no lo tienen-, ni supone convertirse en un gran dependiente de un día para otro. Las asociaciones de pacientes, por su parte, instan a no autolimitarse y a tratar de mantener, en la medida de lo posible, la vida anterior al diagnóstico

El párkinson se caracteriza por la pérdida o degeneración de neuronas en la sustancia negra del cerebro, lo que provoca falta de dopamina en el organismo, un elemento clave para que el ser humano realice los movimientos con normalidad. Ella es la que envía la información para moverse y cuando comenzar a faltar, aparece rigidez, temblores o partes del cuerpo que parecen no responder a las órdenes de su dueño o lo hacen de forma mucho más lenta. Pero hay otros síntomas que pueden poner en alerta al paciente. La inestabilidad postural, trastornos del sueño (somnolencia diurna, insomnio o pesadillas y sueños vívidos), del olfato o sudoración excesiva son otras de las consecuencias que puede conllevar esta patología, según explican desde la Federación Española de Párkinson (FEP), donde reconocen que la enfermedad pasa por varios estadíos y que normalmente no es hasta una década después de los primeros síntomas cuando la patología suele estar en fase avanzada, es decir, los pacientes comienzan a tener complicaciones motoras o trastornos del sueño o cognitivos.

"El síntoma más común del párkinson es el temblor, sin embargo, existen otros indicios como la depresión, la ansiedad o el trastorno del sueño, que pueden ser más discapacitantes", apunta Leopoldo Cabrera, presidente de la FEP, quien destaca que pese a que se desconoce la causa del párkinson -se cree que pueden influir desde factores medioambientales hasta algún componente genético- y por el momento no hay cura, la esperanza de vida de estos pacientes ha aumentado en los últimos años ya que, como sostienen muchos expertos, no es pues la mayoría de los afectados, pese a la creencia popular, fallecerá por otro motivo.

Los tratamientos actuales -tanto farmacológicos como quirúrgicos y las actividades de rehabilitación- permiten mejorar o ralentizar los síntomas de la patología. Desde la Sociedad Española de Neurología (SEN) advierten, no obstante, de que el número de afectados por esta dolencia no deja de aumentar -se diagnostican unos 10.000 nuevos casos al año- y calculan que se triplicarán en 2050.

"Al menos un 28% de los pacientes con párkinson están sin diagnosticar", advierte Javier Pagonabarraga, especialista en enfermedades neurodegenerativas y trastornos del movimiento y vocal de la SEN, quien subraya que el párkinson "puede aparecer en menores de 50 años", en contraste con el estereotipo de que esta enfermedad es solo de ancianos. Este especialista pone el acento, también, en otro aspecto de esta dolencia: "Nos llegan pacientes que tras años de enfermedad no han sido correctamente diagnosticados o, ante la complejidad de los síntomas, se mantienen sin ningún diagnóstico determinado, lo que genera incertidumbre".

El doctor Pagonabarraga señala, además, que los pacientes tardan una media "de entre uno y tres años" en obtener un diagnóstico, y llama la atención sobre el hecho de que "en un 40% de los casos, la primera manifestación del párkinson" sea la depresión.

Desde las asociaciones de ayuda a los pacientes y sus familias insisten, sin embargo, en lanzar un mensaje positivo: tras el diagnóstico hay que intentar mantener la vida anterior tanto a nivel social y personal y con la ayuda de los fármacos y actividades de rehabilitación se podrá hacer vida normal durante años.