De pronto la publicidad televisiva se llena de corazones. ¿Es la nueva campaña de Amor, Amor, el perfume de Cacharel? No, es la propaganda electoral del Partido Popular. A la antigua gaviota le ha crecido el ala izquierda y ahora es un corazón. Quizá Flora Proactiv ha sacado al mercado un nuevo producto recomendado por alguna asociación de cardiólogos creada por Flora Proactiv. Ah, no, que es el cartel de Unidas Podemos. Corazones, corazones. Corazones por todas partes. Espera, claro, ¡es San Valentín! Qué va, si fue hace dos meses. Esto es el nuevo logotipo del Partido Socialista Obrero Español, en el que han cambiado el puño por un corazón. ¿Puede ser que sea el lanzamiento de Evax Cottonlike Superplus ++, para los días iniciales del ciclo? Casi, pero no: es un cartel de propaganda de Ciudadanos. Un corazón normal tiene cuatro cavidades. El de Ciudadanos tiene tres. Como las derechas.

No sé? me da como cosa votar a un partido cuya propaganda no se distingue bien de la publicidad de unas compresas, una margarina o un perfume. Llamadme clásico, pero para mí la política debería ser todo lo contrario de la irracionalidad y el individualismo que representa el puto simbolito del corazón. Tenemos derecho a vivir en una democracia cuyos líderes no parezcan coaches de La Voz y en donde sea imposible encontrar emoticonos en los carteles de comunicación partidista. Políticamente, siempre me he considerado un antisistema; concretamente, un antisistema circulatorio.

Así que proclamo públicamente que daré mi voto al primer partido que incorpore un cerebro a su imagen de marca. Un cerebrito pequeñito al lado de las siglas. No aparecen cerebros en la publicidad de El Corte Inglés, ni en la de Coca-Cola, ni en la de Volkswagen. Corazones y cerebros. Podrían funcionar como estímulos discriminativos que nos indiquen si debemos acudir al supermercado o al colegio electoral.