Los niños evolucionan y sus comportamientos y sus miedos también. Un momento clave de su desarrollo, como revelan los investigadores del proyecto Elisa „un análisis de varios años a casi 2.800 escolares gallegos„ es la transición de la etapa de Educación Infantil a Primaria. Los niños "muestran menos rabietas, desobediencia e inquietud" y, en cambio, manifiestan "más muestras de miedos, tristeza y ansiedad". Miedos que, a su vez, cambian de cara. Si a los 3 años los más frecuentes para casi la mitad de los niños son los animales grandes (perros, lobo, etc...), a los 6 años toman el relevo bichos como abejas o arañas, que impresionan al 21%, y, sobre todo, la oscuridad (25,7%), señalan los autores en un informe.

¿Por qué estos cambios? Crece la capacidad de los escolares para "interiorizar normas sociales, focalizar la atención y controlar su conducta" y al tiempo "se amplía su abanico de emociones" y su capacidad para reconocerlas. Así lo señalan los investigadores del proyecto Elisa, del grupo Underisk de Psicología de la Universidade de Santiago, encabezados por Estrella Romero y Paula Villar, quienes destacan que además en esa transición los más pequeños mejoran sus destrezas de autocontrol y comunicación.

Son algunos de los resultados del segundo seguimiento de una investigación pionera en el contexto gallego que arrancó en 2017 para seguir al menos tres años la evolución de lo que son ya 2.789 niños de 76 colegios que iniciaron la experiencia en Infantil y con entre 3 y 5 años. La meta es averiguar qué influye en su bienestar para diseñar acciones educativas para escuela y familias que lo promuevan y ayuden a prevenir dificultades. Todo para promover un desarrollo "saludable" y por ahora parece que los niños cumplen y que cada curso se esfuerzan más por realizar las tareas en el aula y se sienten más integrados en el cole.

Hace un año se presentaban las primeras noticias y eran buenas. Los niños de la muestra tenían un "buen nivel de ajuste y bienestar psicosocial en comportamientos, emociones y relación con adultos y con sus iguales" y sigue siendo así tras el segundo seguimiento, que corrobora su evolución "favorable". Los investigadores recuerdan que "desde casa, el estilo educativo empleado contribuye de forma importante" a que el desarrollo vaya en esa línea: "Mostrando emociones positivas hacia nuestros hijos y manteniendo bajo nuestro nivel de estrés, contribuiremos a la prevención de las posibles dificultades en esta etapa". Aun así, instan a estar "alerta" ante los primeros indicios de conductas agresivas y recuerdan el carácter "protector" de las destrezas de gestión emocional. "Reforzarlas" es "crucial" "para fomentar el bienestar emocional".