Los últimos datos de la Agencia Española del Medicamento elevan a 515 los fármacos de los que hay problemas de suministro en las boticas. En la mayoría de las ocasiones (el 85% de los casos) esto apenas supone un trastorno para el paciente que simplemente se lleva para casa otro medicamento similar al recetado. Pero los farmacéuticos coruñeses alertan de que en el 15% de casos restantes, ellos no pueden dar otro medicamento al paciente porque no existe sustituto en el mercado o porque el que hay es un fármaco de lo que se denomina de estrecho margen terapéutico, es decir, actúa en cada paciente de un modo diferente y es un doctor quien debe pautar la dosis adecuada. "Estos pacientes tienen que acudir de nuevo al médico para que les modifique el tratamiento", explica el presidente del Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña, Héctor Castro.

Del medio millar de medicamentos que no llegan o lo hacen a cuentagotas a las farmacias españolas en la actualidad, hay sustituto para ocho de cada diez. Ocurre, con fármacos tan conocidos como el antipirético infantil Dalsy, el ansiolítico Trankimazin o el Adiro que toman quienes han tenido algún accidente cardiovascular. "En la mayoría de los casos el propio farmacéutico ya le da otro medicamento igual que el que tenía prescrito. Puede ser genérico o de otra marca, pero el único trastorno es hacerse al nuevo envase", indica Castro, quien destaca la "importante labor" que están realizando los profesionales de la oficina de farmacia para solucionar de un modo ágil la falta de ciertos medicamentos prescritos sin necesidad de que el paciente tenga que volver a su centro de salud.

Pese a que esto es lo más habitual, no siempre es así. Uno de casa seis fármacos en los que hay problemas de suministro esta semana (unos 77) no tienen tan sencillo recambio. En esos casos, el paciente debe consultar bien con su médico de familia o su especialista para ver cómo actuar. "Son casos de impacto mayor porque o bien no hay un medicamento sustituto y el médico debe valorar cómo replantear el tratamiento o bien el que hay es de estrecho margen terapéutico, es decir, tiene que ser el médico el que indique la dosis. Pasó, por ejemplo, con un medicamento para las arritmias como el apocard", explica el presidente de los farmacéuticos coruñeses, Héctor Castro.

Y todavía hay un peor escenario: cuando no hay sustituto ni alternativa de cambiar el tratamiento ya que ese fármaco es fundamental para el paciente. Ocurrió hace poco con la fludaramina, un fármaco para quienes tienen leucemia o precisan un trasplante de médula. "En estos casos, desde el Ministerio se toman medidas extraordinarias y se importan los fármacos necesarios del extranjero, de otro país", indica Castro, quien reconoce que pese a que porcentualmente sobre el conjunto de medicamentos "son una minoría", los boticarios "viven con preocupación" esta situación y son quienes tienen que canalizar también el temor y las dudas que tienen los pacientes.

El desabastecimiento que viven actualmente las boticas españolas es un problema del que los farmacéuticos llevaban años alertando. "Es normal que de forma puntual falte algún medicamento pero llevábamos tiempo en donde de los pedidos del día a día en las boticas, muchos fármacos no llegaban e incluso los distribuidores no podían conseguirlos", indica Castro, quien explica que la lista de défitic de fármacos "es viva", cada semana entran nuevos medicamentos y se soluciona el desabastecimiento de otros. Eso sí, hay dos grupos que centran el grueso del déficit: los destinados al sistema cardíaco y al nervioso. Y entre los que no hay sustitutos están principalmente algunos contra infecciones y antineoplásicos. "Estos de mayor impacto suelen ser hospitalarios", indican los farmacéuticos coruñeses.

Los problemas de fabricación o de capacidad de los laboratorios que generan los medicamentos así como la rotura del stock por al dispararse las ventas o el hecho de que no en todos los países se pague lo mismo por un fármaco, detrás del problema de desabastecimiento actual.