En última instancia quienes deciden si en el "cole" de sus hijos se dan todas las clases de un tirón o se hace un descanso entre mañana y tarde son los padres. La normativa que regula la aprobación de la jornada única tiene ya una década de vida y mantiene un listado de exigencias que deben cumplirse para optar a que la Consellería de Educación dé el visto bueno a que de un curso para otro cambien la jornada no solo los niños, sino también los docentes.

En la orden que regula el procedimiento para la implantación de la jornada única se requiere, primero, un acuerdo del consejo escolar, por mayoría de los tres quintos de sus miembros, una proporción que debe repetirse en el acuerdo que debe alcanzarse también en el claustro de profesores. En tercer lugar se pide un informe favorable del servicio de transportes de la delegación provincial correspondiente de la Consellería de Educación siempre y cuando el centro disponga de transporte escolar. En ese punto, la Xunta indica que ese informe será "favorable" cuando la modificación horaria propuesta por el centro "no suponga incremento del coste a nivel de transporte" o de "comedor".

Si el informe es negativo, sobra el último paso: el recibir luz verde de los padres. En este caso, lo que se exige es un acuerdo favorable del 58% del total del censo de las madres, padres o tutores legales del alumnado.