En menos de una década, Facebook ha modificado 180 grados la visión que tenía sobre la privacidad de sus usuarios. Aunque una cosa es que haya alterado esa idea y otra que vaya a hacer algo para cambiarla. Esto último es un poco más complicado si se tiene en cuenta el historial de la red social.

En enero de 2010, Mark Zuckerberg proclamaba a los cuatro vientos en un lugar tan poco relevante como el Foro Económico Mundial de Davos que "a la gente no le interesa la privacidad".

El pasado 30 de abril, nueve años después -ha tardado poco tiempo en descubrirlo-, aseguró en la conferencia anual de desarrolladores (F8) que "el futuro es privado".

Tras la crisis de reputación que ha sufrido Facebook en los últimos meses, con la filtración de datos personales de los usuarios, brechas de seguridad o la proliferación de noticias falsas, que Zuckerberg ponga el foco en la privacidad es un triunfo.

La puesta en escena en la F8 lo demuestra: una gran pantalla que cubría todo el escenario y en letras grandes (más grandes que la cabeza de Mark) la sentencia: The future is private.

"Con el tiempo, creo que una red social privada será más importante para nuestras vidas que nuestras plazas publicas digitales", lanzó Zuckerberg. Como declaración de intenciones es buena. Un nuevo Facebook centrado en la privacidad. No suena mal.

Pero el problema de Facebook no está en la privacidad, sino en la seguridad. Más bien, en la inseguridad que supone tener un perfil en esta red social. Está bien ganar en privacidad, pero si sigue cediendo nuestros datos a terceros, como hace ahora, la privacidad nos da igual.

Para mejorar la privacidad, el creador de Facebook aseguró que las interacciones entre los usuarios serán privadas; nuestras conversaciones desaparecerán con el tiempo, como sucede con las Stories de Instagram y, como pasa ahora con WhatsApp, los mensajes entre usuarios estarán encriptados. La privacidad parece que la tiene controlada. ¿Y la seguridad? En este apartado solo avanzó que harán todo lo que puedan por cerrar los datos de los usuarios, pero sin dar más detalles.

El movimiento no es malo. Que Facebook sea más privado reduce los problemas legales que pueda tener ante una nueva filtración de nuestros datos. De esta forma, existirá un menor control por parte de las autoridades y en este momento, en el que está bajo todos los focos, es un buen movimiento estratégico de protección. Si los políticos que tienen que legislar empiezan a ver que Facebook no da problemas, las normas serán más blandas. Con este movimiento, Zuckerberg no se ocupa de reducir los problemas sino de tratar de ocultarlos.

Con más privacidad también son necesarios menos recursos para salvaguardar la seguridad o para moderar toda la información que publicamos los usuarios. Es decir, se ahorra un fajo de billetes que falta le van a hacer ante las multas que están por llegar.

Se calcula que en los primeros ocho años de vida de la red social murieron 30 millones de usuarios. Y ahí siguen todos, sin hacer nada. Según un estudio de la Universidad de Oxford, dentro de 50 años Facebook tendrá más usuarios muertos que vivos. Y eso sí que es un problema. O no. Total, ni la privacidad ni la seguridad les importará entonces.