Muy crítico con la falta de medidas desde la Xunta para mejorar la situación de aquellas especies más vulnerables, Serafín González insta también a la población a concienciarse sobre lo que conlleva que una especie desaparezca. "Puede ser una señal o advertencia de que hay problemas en la naturaleza y quien sabe si después de ellos podemos vernos afectados nosotros", dice el presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural.

¿Qué criterios se siguen para incluir una especie en el catálogos autonómico?

La catalogación de una especie la puede iniciar la Xunta, un experto o asociaciones y en el caso de que cumpla los requisitos como reducción de número de ejemplares o de zonas en las que aparece se lleva al observatorio galego de biodiversidad. Nosotros, por ejemplo, llevaremos ahora el caso de la camariña, una planta que debería incluir entre la flora vulnerable ya que tiene un área de distribución fragmentada y hay estudios que muestran que en los últimos 40 años ha disminuido su población.

¿Qué especies están peor?

Hay mucha flora amenazada pero quizás lo más estudiado son los vertebrados. En este caso, entre las aves la peor situación es la del sisón, prácticamente desaparecido; el sapo de espuelas en los anfibios, el galápago europeo entre los reptiles y varios tipos de murciélagos entre los mamíferos. Hay especies que se sabe que su situación se ha agravado e incluso por ejemplo la escribana, para la que hay un plan de recuperación, ha empeorado su situación.

¿Cómo es posible?

Porque el plan de recuperación no puede quedarse en el papel, tiene que aplicarse y dotarlo de dinero.

Son muy críticos con la labor de la Xunta.

Falta voluntad por cumplir con sus obligaciones y no es algo de esta consellería de Medio Ambitente porque en doce años que tiene el catálogo han pasado varias consellerías. En este periodo para 75 especies en riesgo de extinción se habilitaron solo dos planes de recuperación y uno de conservación para 130 vulnerables. Y el último en 2014. A este ritmo se necesitarían 396 años para tener planes para todas las especies en riesgo de extinción y 1.400 para las vulnerables. Además el plan del oso está en un cajón y en su momento se encargaron los estudios para 22 planes de recuperación que están en otro cajón y en la mayoría de los casos habría que actualizarlos porque no servirían los hechos hace once años.

¿El hombre está siempre detrás de que una especie corra el riesgo de desaparecer?

Somos responsables. Un factor es la degradación del hábitat y eso va desde la contaminación de las aguas a la deforestación o la agricultura intensiva. También perjudica la proliferación de infraestructuras en la naturaleza que hacen efecto barrera, la caza o el cambio climático.

¿Qué supone perder una especie para la naturaleza?

Es como un puzzle, si falta una pieza no pasa nada pero si comienzan a faltar más puede afectar al funcionamiento de los ecosistemas. Siempre digo que para conservar la biodiversidad hay que recurrir a las tres 'e': ética porque no tenemos derecho a extinguir ninguna especie; estética porque la vida sería más triste y egoísmo, nunca se sabe qué utilidad tiene una especie. Muchas se usan en medicamentos, otras en la ganadería o la agricultura y si desaparecen no sabemos si en el futuro nos podrían ayudar.

¿Qué puede hacer cada persona?

No tener especies invasoras y saber cómo deshacerse de ellas, no sirve arrancarlas y tirarlas al monte o dejar la tortuga en una charca. No tirar basura en el monte, no arrancar plantas...