La lógica dicta que Galicia, comunidad donde la sangría de población es casi incontenible, debería alfombrar el camino para todas aquellas mujeres que quieren someterse a un tratamiento de fecundación in vitro en la sanidad pública. Pero los datos son testarudos. Apuntan a que la comunidades la cuarta con mayor lista de espera y que, de media, las gallegas aguardan un año y medio (18 meses) hasta el momento de afrontar su primer ciclo. Los tiempos, para muchas,son inasumibles. Hay parejas que deciden dar la espalda al Sergas y optan por costearse de su bolsillo tratamientos en la privada. No todas pueden por su coste económico.

El último estudio de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF) sobre la reproducción asistida en sistemas públicos no deja en buen lugar a Galicia, que empata con Asturias. Solo la superan Cataluña y Murcia, con una espera para fecundación in vitro de 24 meses, y Aragón, con 22 meses. En el otro extremo, una gallega espera un año más por un tratamiento que una extremeña o una navarra (donde aguardan seis meses).

Fuentes conocedoras del sistema consultadas explican que en estos momentos, el tiempo de espera en las unidades especializadas de los hospitales de A Coruña y Vigo es similar y en muchos casos hoy la primera cita para un tratamiento de este tipo se da ya para agosto de 2020. Ambos forman parte, junto a la unidad del Complexo Hospitalario de Santiago, de la red de centros públicos que ofrecen tratamientos de fecundación in vitro. Los privados rondan la decena. Entre todos, en 2016 —año del último registro de la SEF— se realizaron 4.391 ciclos de esta técnica.

En lo que respecta a otros tratamientos de reproducción asistida, la espera es mucho más corta, como en el caso de la inseminación artificial. Hace dos años, se l l e v a -ron a cabo 1.779 tratamientos, 633 con semen de un donante. La brevedad también se extiende a las consultas de esterilidad, donde las mujeres se someten a las primeras pruebas diagnósticas. Desde el 2010, la OMS incluye la infertilidad en su lista de

enfermedades.

Sin embargo, los tiempos en la fecundación in vitro se dilatan. "En una comunidad que es la segunda más envejecida (...) es de suponer que las políticas estén más encaminadas a la natalidad que a ponerle trabas. Pero no piensan en esto nuestros políticos y gerentes de áreas sanitarias",

protestaba hace un año una paciente Andrea Rodríguez Blanco en una carta al director. Su misiva, titulada El Sergas y la infertilidad, estaba escrita en primera persona: con 35 años "tras muchas pruebas, consultas repetitivas" y "tres inseminaciones fallidas" en el Sergas, decidió afrontar la fecundación in vitro.

Su cita había sido concertada dos años pero "el cierre de la unidad en verano" la abocaba a seguir esperando. Las fuentes consultadas suscriben los mismos motivos. Por ejemplo, que los cuellos de botella que se generan se producen por no "invertir" en "personal" o en "la ampliación de los laboratorios".

Otra de las limitaciones es la edad. La cartera de servicios de reproducción asistida de todo el Sistema Nacional de Salud se limita a las mujeres con menos de 40 años. Antes incluso, a los 38, ya no se recomiendan los tratamientos de inseminación artificial conyugal.