Matemático y presentador de Órbita Laika, Eduardo Sáenz de Cabezón es la prueba de que la ciencia tiene cada vez más fans: su programa en La 2 gana público cada lunes; su libro Inteligencia Matemática va por su décima edición y sus charlas y monólogos registran hasta dos millones de visionados.

El último Órbita Laika batió su récord de audiencia, con casi medio millón de espectadores. ¿Esperaban estos resultados?

Estamos muy contentos con eso, pero sobre todo con la reacción casi unánime de la gente que lo ve: gusta mucho. Es un acierto de la productora y de RTVE apostar por un programa en el que la protagonista es la ciencia: ni nosotros somos famosos ni traemos famosos para entrevistar. Es ciencia.

¿Un rayo de esperanza en un momento de auge de las pseudociencias, los movimientos antivacunas...?

Es paradójico y algo ridículo: en nombre de un supuesto pensamiento crítico se está renegando del pensamiento crítico paradigmático que es la ciencia. Nosotros esto no queremos combatirlo desde la arrogancia o la superioridad científica, sino que compartimos lo que la ciencia ha venido haciendo desde hace siglos y que nos ha llevado donde estamos. Para nosotros es un gusto poder contribuir a informar sobre eso.

Dice que las matemáticas son "contar, ordenar y medir" y en el mundo actual (con el tráfico de datos y algoritmos) empresas y partidos políticos están muy interesados en contar, ordenar y medir, y eso da cierto miedo.

La ciencia, las matemáticas, es un herramienta para conocer y describir la realidad, y también las relaciones sociales y humanas. Y no hay que engañarse: la gestión de los datos con algoritmos no es neutral, pero desde luego la culpa no es de la herramienta. Ante eso hay que aprender qué son los algoritmos, cómo funcionan, qué límites tienen... Con conocimiento matemático podemos protegernos de estos malos usos y evitar ser manipulados.

Le cito: "Las matemáticas tienen que pasar al nivel kamasutra: el que más sabe, más disfruta". ¿Y qué hacemos con los que huyen de ellas o se declaran negados?

Hay un complejo, creo que porque el único contacto que hemos tenido es con las matemáticas escolares, que a veces son difíciles y se nos presentan muchas veces descontextualizadas: no tienen nada que ver con nada y la gente no le ve sentido a eso. Habría que enseñarlas poniéndolas en contacto con cosas de la vida diaria. Por otro lado hay que naturalizar que las matemáticas pueden formar parte de la conversación, pueden ser útiles para muchas cosas. Y no solo para aplicarlas a la ciencia y la tecnología: tener un conocimiento matemático de la realidad (el hacer un acercamiento crítico, con rigor y usar los datos de forma racional) te va a ayudar en cualquier aspecto de la vida: desde cómo juegas hasta qué cola eliges en el supermercado.

¿Por qué es un escándalo no saber quién escribió El Quijote , pero no se ve como incultura no saber nada de matemáticas?

Cada vez hay más conciencia de que la ciencia y las matemáticas forman parte de la cultura. Si la cultura es la imagen que como sociedad tenemos de nosotros mismos, dentro de esa autoimagen creo que también hay una sociedad científica y tecnológica. Eso se ve en el arte y hasta en la tele: casi todas las series y películas tienen algo científico o tecnológico en su temática.

Anuncio de una emisora nacional de radio: "Otro día más sin haber usado el mínimo común múltiplo ni el máximo común divisor".

Es verdad que aprendemos muchas cosas que no vamos a utilizar: ni falta que hace. Pero si solo fuéramos a la escuela a aprender lo que vamos a usar en nuestra vida cotidiana igual nos bastaría ir un año. No he usado el mínimo común múltiplo pero tampoco el saber identificar el objeto directo en una frase o la lista de reyes medievales, y eso está bien: la escuela no nos enseña habilidades para la vida diaria, nos enseña a ser personas. Y eso tiene muchas aristas.

¿Y qué responde a los que critican que nunca hacemos divisiones de dos cifras a mano?

En matemáticas hay que renovar el currículo. Vemos conceptos y procedimientos que yo no sé si merecen la pena: tenemos ordenadores y otros apoyos que nos permiten desapegarnos de las operaciones y centrarnos en el sentido que tienen las cosas.

¿Cómo consigue que más de un millón y medio de personas se rían con un chiste sobre el teorema de Pitágoras?

No es mérito mío. Nos reímos de un chiste porque compartimos un código común y nos hace gracia entender algo que genera una conexión inesperada. El humor también nos ayuda a resolver nuestros conflictos. Si unimos que las matemáticas y la ciencia forman parte de nuestro código común, que podemos hacer conexiones con otros aspectos de la vida a veces inesperados y que además tenemos un cierto conflicto con cómo las hemos aprendido... es un lugar perfecto para el humor.

¿Ser científico ahora es cool ?

Eso es una consecuencia de un tiempo largo. Hace 30 años teníamos a Félix Rodríguez de la Fuente que nos dio un acercamiento científico a la naturaleza; luego vinieron Redes, series como The Big Bang Theory... todo nos ha hecho naturalizar la presencia de las ciencias como parte de la conversación. Sí, la ciencia está de moda.

¿Y de entre los científicos, ser matemático ya es lo máximo?

Las notas de corte han subido en cuatro años, sobre todo porque todos salen con trabajo: empresas que antes contrataban a un ingeniero, ahora quieren un matemático con habilidades para analizar problemas, tener pensamiento abstracto para trabajar tanto a niveles organizativos como técnicos y siendo capaces de aprender fácilmente a manejar datos, estadística, informática... cosas que ahora necesitan muchas empresas.